Wednesday, March 02, 2011

De La Revolución profunda / Poesía política


Para oír a Alejandro Humboldt

a Extor Martínez Hernández

«La única clase de libertad que merece tal nombre, la libertad que consiste en el completo desarrollo de todas las capacidades materiales, intelectuales y morales que permanecen latentes en cada persona; libertad que no conoce más restricciones que aquellas que vienen determinadas por las leyes de nuestra propia naturaleza individual»:
Nicolás Bakunin
A fin de trabajar por la abolición
de las categorías sociales de capital
y trabajo asalariado y combatir las diversas formas
de totalitarismo y.control autocrático de la producción,
desarrollé esta náusea que se conmueve de ser
un fragmento miserable de lo humano
y me centré en la pregunta más básica y ceñera:
¿Qué puede restaurar mi dignidad?
¿Me dignifica la burla contra otros
si yo sé que sufren de lo mismo, que lo aniquilan
mis propios enemigos, o enemigos comunes?
¿Qué quiero ser, o tener en mí, para estar apto
para lo más diverso y amplio?
¿En qué diversas maneras daré rienda suelta
a mis propias capacidades naturales,
a mis aptitudes de ser libre y con diversas voces?
¿Cómo dar alas a mi vida productiva
sin el cautvo del individualismo posesivo
y antihumano, con la misma competitividad
de los soberbios y opresores?

Entonces, no se extrañen que les exhorte:
si son mecánicos que lavan o aceitan motores
o reparan grúas en talleres, si son torneros
o labriegos en el campo, también sean poetas
y secuestren violines de las grandes sinfónicas
y aprendan los pasos rítmicos de quienes danzan
sea en salones o en carnavales.
Si son escritores, o poetas, aprendan de todos
los maestros, incluyendo los carpinteros
y artesanos que trabajan el metal o las maderas,
si son economistas o teóricos de la Física Cuántica
salgaN de las torres de marfil, vayan a las marchas
de los obreros rudos, hablen con lavanderas,
con mucamas, con policías, y aún con ladrones
Ofrezcan cátedras a enfermos
y abranse camino en los manicomios...
Todo el mundo necesita una palabra nueva
y un consuelo y un pan y un amigo...


02-11-2005 / De La revolución profunda

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De los idóneos genéticos y carismáticos

Esto es lo que ha sido la política
dentro de los colores de la óptica de los dominadores:
«la explotación del débil por el fuerte»,
control de la producción por las burocracias estatales.
La propiedad privada como robo,
la libertad, un sofisma.
Esto lo que hace decir al hombre común
que la política es mala y perversa.
Y triste que no haya una escuela práctica
que nos cambie el pensamiento.
La sociedad sigue siendo ese rebaño
y el individuo, más o menos exitoso,
apéndice de una máquina, herramienta especializada
de la producción del oprobio.
Nadie, ninguno que sienta la necesidad vital
de unos cambios, humanizar este poder
del ser robotizado
y arribar a una fase emancipatoria
de su historia, ya no amos o siervos
por siempre, ya no libres para el bien,
ni voluntarios para ayudar a otros.
Y en los rebaños a veces surge uno
que parece el genéticamente idóneo
para un triunfo entre las celebridades
y se vuelve una vedette, un mesías perpetuador
de lo mismo: el mundo aristocrático de truhanes...
sólo que son tan hermosos como estrellas de cine,
hábiles de músculos como el deportista,
hábiles como labios mentirosos y pedantes...
pero están pudridos por dentro
y siguen siendo perros amaestrados por la historia
de los que muerden y quieren aplausos
y premios y millones por esa fortuna genética
de traer grandes colmillos para la blanda piel
de los agachados, humillados,
su pueblo... Y sigue así la Némesis del mundo,
«la organización del trabajo por los gobernantes»,
la explotación del débil por el fuerte,
el bello, el famoso, el demagogo,
el vendedor merolico de mágicas pomadas
de la personalidad y el charisma...

22-11-2005
/ De La revolución profunda

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Mishpat

«And it came to pass at noon, that Elijah mocked them, and said: 'Call in a loud voice; for he is a god; either he is musing, or he is gone aside, or he is in a journey, or he sleeps, and must be awaked'»: Elijah burlándose de los adoradores de Baal.

No me gusta el discurso hipócrita de Occidente,
pero tampoco el Oriente que reacciona con lo mismo:
denigrando a todos por parejo, exagerando,
acudiendo a la hipérbole.
Me asquean las palabras demónicas
(en el fondo, violencia verbal que origina
más odio, que es la forma del temor
y eco de la cobardía; me gustan toda la gente
donde quiera que esté, entre los puntos cardinales
que se atreva hablar de frente,
pero verdad, sin rubores escondidos
por estar mintiendo).

Me gustan los soñadores como José,
pero los que sueñan porque son profetas
y no porque están en pantomima
como en teatro de marialionzas y embusteros
o en congresos fingiéndose diplomáticos
o conocedores por un salario o una simonía.

Quien se para en firme y condena las abominaciones
y ante dioses de Sodoma y Gomorra anuncia:
¡pobre de ustedes, nación de ladrones,
antes nación fiel y lugar de justicia! hoy
de prostitutas y ultrajadores,
leudada esfera por asesinos y mercenarios.

No son demonios ésos que se carga
en la metáfora, que saca de profecías
esta imagen doliente.
No son caricaturas ni ofensas.
Son observaciones sinceras, valientes,
necesarias, objetivas.

24-11-2005 / De La revolución profunda

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La necesidad de ser honesto

Cuando vengan con coacciones a tu vida,
si te tocara revelar tus secretos,
abre la boca bien como una O de infinito
y sé honesto porque la honestidad
lastima, revienta, humilla
a los intrusos, a los grandes valemadres,
a los mentirosos. Dáles guerrilla y terror
con las bombas exterminadoras.
Tira verdades contra sus muros de atropello,
sus paredes de artilugios.

Las verdades matan más que los balasos.
Dílas con la elocuencia de su preciso argumento.
No añadas adornitos, subterfugios.
Házlas proyectiles, con consecuencias
expansivas, dolorosas. Súrtelas valientemente.

Esta sociedad envilecida ya no merece
mentiritas piadosas y solemnes baratijas
de sutil retoricismo. Es la hora
de las verdades, porque ya no puede
estar más jodido el mundo con tanta hipocresía
y sueñito americano de pendejos.
Es hora de hablar y acabar de una vez
y para siempre el hermetismo.


12-01-2004

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El reto

«El reto que se le presenta a nuestra época no es ni la conquista del Estado y el ejercicio de su poder, con mando autocrático, ni el entontecedor parlamentarismo, con su imperativos de eficacia, sino que, por el contrario, consiste en reconstruir la vida económica de los pueblos desde la base, edificándola en el espíritu del socialismo»: Rudolf Rocker
Mire lo que hace la Revolución tan necesaria.
Un deseo de acumular justicia y tenerla a la mano.
Y la justicia es un techo, un bocado
para el hambre, un empleo que nos ofrezca
realización y dignidad humana,
asueto para disfrutar lo bello
que es siempre la valía que nos da sentido.
No. Nunca hablaré de la Revolución
como algo abstracto, amorfo,
sino como ese estado de consciencia
que prepara la justicia que duele
en el bolsillo, la carencia de pesos y centavos;
pero al revolucionario es a quien toca hacerla
asequible a los deprimidos, los caídos,
los irracionalemente muertos en vida,
asequible a los desesperados
que ya no tienen armas ni la noble vergüenza
de sentirse partícipes, constructores
de la necesaria voluntad de redirmirse
y cohabitar en el mundo como algo más
que la masa doliente, la mayoría
cautiva en su abismo de opresiones.
No. Nunca hablaré de la Libertad
como un espejismo.
No hay libertad sin seguridad
y, si la libertad la determina el dinero,
hay que ir a buscarlo, en favor
del alma misma, porque el alma no come
del viento ni se educa de inacciones
y la intemperie no es digna del hombre.
Cada cabeza que esté bajo un techo,
cada camino que no sea un campo de batalla
con balas perdidas de los delincuentes.
Cada negocio que no surja de una guarida
de bribones o privilegiados por su injusticia
urdida contra los pueblos.
No. Yo hablo sobre una revolución consoladora,
organizada para el aprendizaje y de una ira
contra la pobreza, los egoísmos sectarios
y fanáticos, ira porque no se queda en consuelo
y marcha decidida como los combatientes
hacia una zona de alborada y despertar.
Mire lo que hace la Revolución tan necesaria.
Un deseo de acumular justicia y tenerla a la mano.
Una reflexión profunda sobre el por qué están
los bolsillos vacíos, más vacíos
y miseriosos que la consciencia misma
mientras unos lo acumulan todo,
perpetuan el caos y se ríen
y se van contentos y burlones a predicar
que vivimos en el mejor de los mundos

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