Friday, March 18, 2011

Cuarta parte: Consolaciones de Agar / Estéticas mostrencas y vitales

Cuarta parte: Consolaciones de Agar

Agar, mi sublime zorra
Te busco dionisíacamente
Detén tu mano, Abram
La estética de la necesidad
La necesidad tiene cara de hereje
La estética del areito
Mientras tanto hizo adobes
La vulpeja que enseña el cobre
Dama añeja, choripanta
Radunica y el azul
Deshumanización del amor
Jactancia
Fuente zorruna
La que vió a los amonitas coloniales
Estéticas de homicidio
Demofonte
Raéme del libro
Anticipo de promesa
El recital
A pasquinar
A Pitágoras y Orfeo
La belleza a la venta
El ¡ay! del yo lírico-amatorio
El trabajo consciente
El secreto de la Fortuna
Del parto de mi voz
Estas cosas dijo el Vitoco
Bendición de la zorreada


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Agar, mi sublime zorra

Yo no hice un Becerro de Oro,
no aporté un quinto.
Cuando estuvíste ausente, Moisés,
y el mundo entero pensó que no vendrías,
yo propuse a mi Sublime Zorra
(esa que nunca sería lumia,
mangaza o lagartera,
esa que no arrastra tras si
a las monda vividoras)
ni necesita Edad de Oro
ni sexo con turistas
en las Saturnalias.

Yo la propuse, mea culpa,
porque no es la Durga feroz de la carne
ni la cara engañosamente dulzona
de la bota marcial y las fasces
y las banderas del que oprime
y sirve a la sinergia
y la gesta prusiana del injusto.

Yo creía en Ella y me temo
que la amo todavía.

09-12-1990

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Te busco dionisíacamente

Ese yo nietzscheano
que ha sido asociado a las rapiñas,
a las águilas mosaicas y los gallinazos
es voluntad, es mi mano; hurgo
en los campamentos de Israel,
releo las viejas tablas hechas añicos,
busco aún mi cuerpo y mi fe,
la voz del que te oye.

No es pues la quimba
del que no es Quién por tanto hartazgo
de No-Ser y qualia hediente
de cadáveres, no es ínfula de ser
y no estar en el camino de Ser
por sólo ser un eco ultramontano
y caníbal dimensión
de la desidia.

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Detén tu mano, Abram

Todo lo que poseo,
poco o mucho,
para la eternidad lo dispongo,
para el ágape de la posteridad
lo quiero.

En el presente la vida es sólo talento
que se pierde, afectada virtud,
modestia atormentada, probihición
de danza, exterminio de escándalo.

El empirismo degrada,
año tras año, todo se va olvidando
con arrítmicos días
y obediencia
y rodillas peladas.

En el pasado, su poder y autoridad
(el principio universal que contuvo
la voz de la conciencia), las apropiaron
ladrones, en medio de mártires
y guerras y, en calles de capricho,
tras esfuerzos de inútiles rescates.

Al final, los corazones vivos
quedaron sepultados
y el bien común, ese tesoro,
fue la piedra de tropiezo
y el escándalo histórico.

Todo lo que poseo,
poco o mucho, ¿estará escrito
en las Tablas que echaste de tus manos?
Entre pizcas del Becerro de Oro,
demolido, buscaré mi tesoro,
entre residuos de la Ley,
examinaré mi parte;
entre cadáveres de los desobedientes,
hurgaré como perro mi mendrugo.

A la espada que quiera eliminarme,
diré Todavía No, sacaré el hacha
con que fui a la muerte,
siendo niño y la voz
a mí debida detendrá la agresión
con gesto existenciario.
Detén tu mano, Abram.
Déjalo ir por las rutas
del Nosotros.


08-11-1981

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La estética de la necesidad

Que la necesidad carece de ley,
pues me gustas por necesidad y por ella,
desde ella, contra tí y tus pareceres,
voy a zorrearte con colmillos
debajo de tu ombligo,
venceré la urdimbrada de tus noches.

Con hocico agudo lameré tus tetas.
Donde tengas un corral, destenderé
tu cama, rasgaré tus máscaras,
por olor puro de tu aliento,
por sudor sagrado
de tu sangre, vulpeja.

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La necesidad tiene cara de hereje

Que la necesidad tiene cara de hereje.
Que huirás de mí, que no querrás aullido
entre los pobres, alarido en soledad
de madriguera, ¡pues, pobre de tí
y tu oropel y tus tesoros de recompensa
en numerata pecunia!
... vanas cosas son
si un salvaje te descubre,
que no sea yo,
que voy a preguntarte si me quieres,
que voy a subirme a tus muslos
y tus nalgas hasta que pierdas
el cobre y te delates
salvaje o malnacida
del estero
y el pantano.

13-04-1975

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La estética del areito

El taíno vio las veloces lagartijas
(aquellas que antes fueron
gigantes alosaurios) y su dios
se hizo piedra debajo de las piedras
y lo adoraron artesanos de huesos
y predicadores de ciencia
y de cadáveres y fósiles;
pero el taíno dijo:
en el fondo de las fosas
dios sigue vivo y por el ombligo
canta y en el eco entre lomas
se escucha y pide areito.


Reconciliado con la muerte
y con sus ritos, el alma vuelve
y el indio sigue eterno
y sin llanto volvió a la faena,
cazador de peces
como antes de bisontes,
pizcador de ovas, algas,
careyes, burequenas,
conchas, aves, jigües
con presencia en los ríos
y reposó así, dios y el indio,
junto a las ondinas de Su Imagen
... porque somos del agua
y para el agua... dijo.

Y se hizo así preguntante cimero
de su Ser; se bautizó
en lo secreto de su alma
por el porvenir que nunca se devela
por completo y es el misterio permanente
de sus días, su espejo humeante,
la Otredad que trasciende.

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Mientras tanto hizo adobes

Mientras tanto hizo adobes,
buscó el cobre y el oro
que el amo impuso
como encomienda ingrata;
se meció en hamacas de henequén
(quizás lloraba, o tenía la ira sensible
como el moriviví o la mimosa púdica).
E hizo literas para que sean otros
Juan Ponce, Ojeda, Cerón,
quienes duerman
como él, y no despierten,
ojalá nunca y no se enojen...
pues, con minga parada al despertar
ultrajan a las indias, desnudas
e inocentes doncellas de los campos.

A la sombra de las ceibas
y algarrobos, los vieron llegar
en bergantines y empezaron
a dudar y a sufrir
los hijos cobrizos de los dioses.

08-24-1988

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La vulpeja que enseña el cobre

Cuando saltas delante de mis ojos,
cuando irrumpes, ente manifiesto,
y das en las pupilas,
eres un golpe de la brisa con aroma
y una mariposa
y una noche
y me encantas.

Por lo general, evocas el perfume
y la tibia forma del muslo
y la armazón de huesos
relajados y fluídos.

Tu estómago cubrirá mi piel
como arcilla que se lava
en barranqueras, o cascada que baña
dulcemente, aunque huelas
a yagrumo a mis espaldas
y te pierdas como gacela, apurada
por tu rumbo de malezas o escondrijos.

No me gustas por eso
porque te vas y tu encuentro
es más breve que el silencio
y menos duradero que la aurora.

... pero me gustas, zorra,
porque conservas la astucia de vulpeja
y husmeas la madriguera de la calle
en la ciudad mundana y en la plaza
del cuidado circunspecto, te temporas.
Te surtes con vestidos de lujo
y de marrana, si te place.
Te engalanas, asqueada o cómplice,
del orgasmo ajeno.

Te obsequias provocante y provocada.
Azuzas con lockeano sensualismo,
te enciendes como un motor de sexo, talonera.

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Dama añeja, choripanta


... les souvenirs ne pleu pen pas,
au contrarie, ils élargissent votre
solitude:
Gustave Flaubert
Dama añeja, choripanta, con asechanzas
endurecíste mi vida, me escondíste
la alegría, echaste abajo el proyecto
del vuelo luminoso y mi renacimiento.
De la esperanza, licuaste tu pitarra
y vino amargo, vociferaste en mi nombre
para echarme la biga, ahogarme en desconsuelo.
Bebí tu copa. Anochecí contigo.

Vieja memoria, necrópolis de mi alma soñadora,
ataste mis pies, dejaste de mis brazos
sólo un par de muñones y por eso te recuerdo.
Desandamos hasta que nos perdimos.
Si no fuera por tí, no sabría de mis propias cicatrices.

No sospecharía la cuenta de tus daños
y mi padecimiento. Vale mucho más olvidar
y, sin embargo, no puedo. Tu presencia
me ofrenda cementerios. Tu beso
me envenena la boca y no te olvido.

En mi soledad aparece tu penumbra.
Te agigantas. Asedias lo profundo.
Me conviertes en cómplice.

13-07-1985

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Radunica y el azul

Abrimos túneles en la carne
(únicos paraísos e infiernos
que podemos brindarte, Azul).
Todo el azul del cielo no puede ocultarse
bajo nubes terrenales de la muerte
como si fuese el asqueroso seno
de mares traicionados, la vida.

Es imposible envejecer
tan de golpe si no se prostituyen
por igual las horas de la aldea,
el rincón en la riba, el azul en pleno,
todo el azul que es guardado
en el hombre y sus anhelos.

Radunica, belleza robusta y travieza,
por 30 años al hombro cargo el cadáver
(que hoy me quita el libro de mis horas);
me pesa, me fatiga, no puedo
hacerlo vivir un poco más.

A orillas del río, ya dejé de ver mi fuerza
y no que esté desencantado con el campo.
Ni con la aldea que amo por sus silencios y colores.
Sucede que, entre aldeanos, veo a los tuberculosos,
tiritan al amparo de la leña y la chavisca.

Azul, esta tarde, me asfixias.
Me desangras. No volveré a mirarte
desde el cielo ni lo lagos, Radunica.

07-02-1980

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Deshumanización del amor

La peor changa,
la que dio los cimbronazos
más violentos a mi vida, fuíste tú.
Me sorprendiste, Maruga,
con las armas caídas,
con pies fríos,
con alas heridas y nerviosas,
serotonina abajo.

Yo fui el chiflado que soñó
tu cuerpazo, machota garrida,
gallaruza; yo fui la espina clavada
a tu piel de légamo, tu lodo,
flor de fango.

Vapuleado me hallé cuando te quise.
Me amarraste con cuerdas de esparto.
Me interrogaste; en Lista Negra
escribiste mi nombre, burlona:
sólo el etrusco puede darme lujos,
sólo el Lictor, ministro del terror, hoy llamado
Justicia y Orden, ensaliva mis senos
y me toma y me place.

Yo fui el que creyó en pájaros azules
y, al conocerte, bebí
en vasos libatorios de Don Nadie.

En cámaras de escarnio torturaste
mi fe y sus simulacros.
Me hicíste un valepoco tragándose
su mónada, con los güevos
a mordiscos, sangrantes.
Los chispos de mi alma,
mi conciencia, ya no volvieron
a ser tuyos como antes.

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Jactancia

Ninguno que sea pobre sea altanero.
No se jacte si no tiene fortuna.
Tener se ha convertido en autoridad,
medida de los hombres y hay medidas anuladas,
juicios impensables para quien en desgracia vive.

Baja tu cabeza. El hambre te borró del mundo.
Arrodíllate y no menciones a Dios ni con tus gimos.
Un bien vestido de sotana, una sociedad de mantillas
sobre el hombro, denunció tu pecadora vida.

Destituído fuíste de los cielos, sediento y con pesares,
tu espíritu se gafa entre las sombras. Palabras ociosas
son tus oraciones; en diálogo de sordo, sólo enseñas
el cobre. Prepara tu espaldas a los azotes,
tu mejilla al escarnio, tus ojos a las lágrimas amargas.

Tú no tienes ni una manta para el frío.
Tu presente es una cárcel clandestina
y tu ira, un testamento de la Nada.

03-05-1985

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Fuente zorruna



¿Quién mató al Comendador?
¡Fuente Obejuna, señor!:
Lope de Vega y Carpio
Fuente zorruna, ovejuna mejana,
isla en el río, dulce aldea,
el inquisidor llegó, dijo tu nombre,
Laurencia, te nombró, Juan Lloréns,
pidió tus credenciales, Junta
de los Trece zorros de Valencia,
preguntó por los pobres de Córdoba,
por las manos negras,
por los anarquistas
en Jerez de la Frontera.

¿Por qué no preguntaron
por los nobles engreídos,
fornicarios bellacones, por girones
del partido de la Beltraneja,
por Pedro Madruga, el chantajista,
por qué no por ladrones
y acumuladores, chupasangres?

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La que vió a los amonitas coloniales


a Juan de Sámano, ejecutor de La Poli Salavarrieta
y de su novio Alejo Sabaraín
Policarpa, víste tú al hombre
que combatió a Nariño,
le supíste su nombre y apellidos,
Virrey de Santa Fe, tú lo conoces,
prófugo en Panamá, bien que supíste
sus crueldades, su presencia
en el carruaje de dragones
después de su derrota en Boyacá
donde cayó su fama de jerarca.

Huyen, gente como él,
porque deben sus crímenes
y la infamia se averguenza
de la infamia, huyen estos hombres,
hijos del Erebo, paridos para venganza
y mayor Némesis, hijos de Nergal
y las cavernas, hijos del ser trunco
que en la Plaza brindara,
no holocausto grato, linda Poli,
sino niños inocentes a Moloch.

Son amonitas que se han comido
de miseria en los infiernos
como incensarios de la oblata
de lo injusto; tú los conoces,
maestra y heroína colombiana,
y los víste, galopantes, mistagógicos,
llevando a lo Oculto su porción,
macacoas como su miel.

Leña echan a sus erebos doctrinarios
y un haz de sambumbia y desecho,
a las dolamas y a las macacoas.
A sus nichos, oratorios en las sombras,
ofrendan cuerpos santos como el tuyo;
a seis héroes de la causa libertaria
los sumieron en la noche castrense,
en el fusilamiento, en paredones,
en mihrab de la escena del disparo.

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Estéticas de homicidio

Tú advertiste a esa caterva de asesinos,
y lo víste a él, cara a cara, Poli,
(Juan de Sámano es llamado);
sabes quiénes son los sargentos
que mataron a tu futuro esposo;
conoces sus carruajes dragontescos,
a matarifes que a tu complot
de libertad volvieron simulacro
de rareza y mirlos blancos;
tú sabes sobre el Vientre que traga
cadáveres y los conduce al Hades;
tú fuíste fusilada por el Virrey
de Sámano, tú sabes del silencio
que la muerte acumula
y de sordos oídos que son cómplices.
Tú sabes lo que Bogotá hizo
fe santa y muere y muere
en las manos de asesinos
como él, hijos del Nergal
y el Gran Imperio.

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Demofonte

¿Por qué me tratas así?
te pregunté, Changa-Lumia,
yo, Demofonte, sujeto a tus desplantes,
yo, que pregunté, changa-maruga,
ese por qué del ayer,
este cuándo y cómo, tu NO de ahora,
yo, que tuve tu maco tan peludo
y lo chupé como al molusco
que, por mis dedos, juguetones
se excitaba chorrosamente y, al fin,
dejaba sus humedades en mi boca...

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Raéme del Libro


... Alarido de pelea hay en el campamento... y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés y arrojó las tablas de sus manos y las quebró al pie del monte: Exodo 32: 17, 18, 19
Ráeme ahora de Tu Libro.
Quita mi verso, tuerce mi lengua
de por si, torpe y gangosa.
Como harina de otro costal
se conmueve mi canto.

Ya no puedo con tanto excomulgado;
ya no puedo con las hembras
que no danzan ni escriben sus estrellas
en espejos de alegría, ¿por qué las callas?

Tú quieres un mundarro de silencio.
Vuelve al monte entonces.
Apártate de la farra del cansado.
Que te digan como Fatum
las palabras irrevocables
del Dios ignoto, impredecible,
impaciente ante el mínimo pecado.
Que las repita sólo para tí,
pero no jodas...

03-11-1981

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Anticipo de promesa


... No soy enviado sino a las ovejas perdidas de Israel: Mateo 15: 24
Hijo de Israel, voz
de carne cavernaria, pero
anticipo de promesa y esplendores,
vas a pasito, con luz propia,
lento y cansado, camino de sandalias.

Los ciegos por tí claman
y de Tiro a Sidón te llaman Enviado
y tienes tú más sed que todos,
la injusticia persiste
y hay tinieblas que jalan
y forjarás el sol justo
con tus solas pupilas como lámpara.

Una niña cananea está enferma.
Como demente llora, como perra ladra
y, en un oscuro paisaje de camino,
cada hora es posesa del recuerdo
la madre persistente que clama:
Ayúdala, las contigencias del futuro
la fatigan; la inocencia de su cuerpo,
la aminora; no repitas como tu grey,
es una perra, foránea...
aún los perrillos comen las migajas
que de la mesa del amo saltan...

¿Caerá alguna migaja
de la mesa de Tu Amor?

Lo que sobre de tu pan, lo que tires
que sea tu ofrenda, Rabino,
échale a perrillos cananeos
lo que tú quieras, pero cura mi hija
que padece, consuélanos
en medio de la xenofobia
y la misantropía.

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El recital


Del dicho al hecho hay mucho trecho:
refrán popular
Atardece la tarde y se muele la noche
y están mis compañeros, ansiosos, avergonzados.
Tanto cartel en vano, se repartieron volantes.
Se avisó por la radio: «va a llegar el poeta,
él nos leerá sus versos» y atardeció
la tarde y se molió la noche
y no ha llegado nadie. Ninguno.

«Esta sociedad es un muladar, Poeta»,
me dijeron. «Si el convivio lo reclamara un narco
con música de banda, si el temario fuera
el sexo compulsivo y el prurrito, si la historia
a contarse tratara sobre fútbol o goles o patadas,
del Cristo salvador, que nunca viene,
de cómo se hará dinero sin angustia,
como por arte de magia
este recital se habría cumplido,
lleno el salón hasta el fondo».


Habrían hecho malabares por darse
aquí presencia, no digo unos cuantos...
¡Todos! porque organizamos, hicimos
el trabajo para jalar audiencias
y no ha llegado nadie ni aquellos que dijeron:
«Estaremos allí. Lo prometimos».

Ni llegaron. Ni vendrán. Ni mañana
ni en futuro próximo. No me extraña, amigos míos.
Esta tarde, antes de que llegara, yo ví el Poema.
Me flotó ante los ojos, me habló privadamente
para que les explicara con palabras su sentido.

Era un árbol frondoso, altísimo, con verdes esplendores
y las ramas tan espesas con flores, que pesaban
sobre una banca en el parque. Un árbol era
que cargaba las esperas de alguien
que limpiara sus ojos de poeta
y se sentara allí, donde nadie
ahora puede, donde lo dejan solo.

El exceso de flor y capullos, hojarascas, frutillas
ya pudridas y caídas sobre el banco, ganchos de la arboleda
que pegan en ristra los espacios donde las bancas ubican,
marañosos ramajes ocupan el asiento todavía.
Este es el mensaje y ustedes, amigos,
como gallos presurosos a su canto, olvidaron
que a los poemas, al silencio sagrado, no los llama nadie.
Vienen solos. A los poemas llegan
quienes son humildes vigilantes,
los que limpian los caminos hacia la arboleda.
Los que buscan el Claror de cada espacio
y expresan la nitidez de la voz en solitario
como el gallo que anuncia el fin del día
con su canto cuando todo el mundo duerme
y el gallinero, tranquilo,
hasta que él vuelve y canta
el comienzo de otra madrugada.

La madrugada es segura. Algún día la será
la del Arbol-Poeta, la del árbol-Gallo,
la del vigilante de los parques
quIen es quien deja limpio el lugar y aderazado,
para que lleguen aquellos que quieren esa luz
que no la impone ninguna propaganda.

Vamos a sonreír, poetas organizadores,
despues de inútiles horas de vana expectativa.
No dejemos que nos lama la tristeza
porque en una banca del parque
ví mucha tristeza amontonada
y no era un muladar.
No era el calvario.

Hallé los árboles más hermosos,
dignos de cada sombra que su alta copa esparza.
Y la brisa es digna de las bancas vacías,
pero sólo era la tarde, no la noche aún
para el cantío, tampoco el punto
menos inadecuado de vigilia.


03-11-2003

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A pasquinar

Las poesías ocultan que fueron tinta negra: Samuel R. Quiñones
Juan Pasquino, sál de la purria
como el mal aliento y sé el Lampoon
que los burle y retuerza en sus catingas.
Que por primera vez conozcan
el lamento y moscas en sus orejas gachas;
díles que los vigilas en la plaza
desde tus escondrijos, dále de tu caldo
estética de pueblo...

Que son impuros, publícalo
en paredes de letrinas,
en los altares públicos
frente a palacios y congresos.
Que no estarán impunes para siempre
las reputaciones de sus canallerías.

Sé implacable con los hijos de Marforio,
gentuza cascarete de salones y foros y congresos.

Háblales con tu lenguaje de barbero.
Afila tu navaja y que dé miedo
y con tu lengua carretonera
menciónalos a todos, gran curriche;
cóseles el capotillo de dos faldas
si tan buen sastre eres como dicen.

En la Piazza Navona, surte ingenio,
porque son peor chusma
que todos tus libelos, todos ellos:
los proxonetas del Duque de Olivares,
los Conti que se esconden en la Iglesia,
los sepulcros blanqueados,
los Ortes, Grandi, Casanova,
Cagliostro y Capodistria.
Juntos, purria, como porra,
pasquinemos.

06-12-1980

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A Pitágoras y Orfeo


... la música de los hombres no es más que un eco de la Música de las Esferas, pero su instinto innato que hace que su alma resuene con la música, le proporciona un indicio de la naturaleza de las armonías matemáticas que se hallan en su fuente cósmica: Pedro Miguel González Urbaneja

¿Para qué le sirve a una guitarra
una cuerda rota? ¿Para qué a la canción
del infinito? ¿Para qué a la armonía de las esferas?
¿Por qué se ha cansado la humanidad que vivo
de buscar un acorde perfecto para su metafísica?
¿Por qué no dicen ya, como tú, Maestro /
Pitágoras / de finísimo oído, que los planetas cantan
y que el Cosmos guarda, como secreto
para quien oye, con corazón discernitivo,
proporciones aritméticas de fascinantes
concordancias que son los movimientos
de los cuerpos celestes, con tonos esparcidos,
melodiosos, porque cantan a la vida
y vibran en el universo entero
como si fueran un coro para el Himno de Ares?

Ahora que sé, semicautivo en esta coordenada espacio-temporal
de mi Tierra, que mi voz es guitarra y mi pensamiento
el orden mismo de la música, me obsede preguntar,
Pitágoras, ¿qué haré cuando falte una cuerda
a mi guitarra, qué haré cuando en Tracia
la desesperación me lleve a destrozar mi lira
como Orfeo, qué haré cuando Eurídice me falte
o digan que me parió una perra,
no la musa Calíope?
¿Qué... cuando no se duerman
los Cerberos del mundo, qué cuando el barrio
por el que vaya sonriendo sea selva de cemento triste,
catábasis inframundana, donde todo es discordia,
crímenes, peligros y me pidan como a mariachi loco
que venda mi alma o mi decencia básica
por la cifra de un peso?

¿Para qué me sirve la boca que quisiera
cantar, amando el Monte y Pangeo
desde el despuntar mismo de los amaneceres,
si desvirtuada está / pobre mi boca
por la ebriedad del mundo
y el viejo Patrón Dioniso, amado por la chusma
de sus avataras son amantes de castigo
y represalia, milicos de la antropofagia
y el nihilismo? ... En vano, iré con tu canción,
Eurídice; en vano que hable de la armonía del mundo
y del amor sonoro como las propias fuerzas
que mantienen en equilibrio el Sistema Solar,
todos sus hijos-ondas, porque todo es energía,
todos sus hijos, como salmos, todos nacidos
para el mismo abrazo que armoniza
aunque en geometrías parezcan divididos,
en colores y voces que son la misma cosa
que sustenta el Universo.
Todo: ondas de Luz y Sonido.
Pero en vano, en vano.

¿Qué haré cuando la chusma en Tracia
diga que son los dioses lo que imponen castigo
y como Orfeo me vea en la tristeza de la ira,
sordo para oír desde el silencio
el canto de los cielos y me tiente golpear
lira o guitarra sobre la roca, reventar
cada cuerda y el ruido sea la herencia del pueblo
que me pidió cantares y sólo tuve odio
en mí, o desaliento? ¿Para qué sirve,
para qué en la guitarra del futuro,
en la esperanza del presente,
el corazón marchito
en tumbos sobre la cuerda floja?

08-07-2000

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La belleza en venta

Por descubrimiento desfigurado,
a toda cosa se ha fijado un precio.
Las pérdidas se lloran con lágrimas
constantes y sonantes.

Las bellas zorras venden
el placer y todo encanto
con monedas que pagan
su estrellato. La verdad
comienza por serle arrebatada.

Lo expresado por Don Nadie
es oír decir lo dicho:
querer es ya ir pagando
a numerata pecunia la deuda,
la demanda,
el fundamento.

Por descubrimiento desfigurado,
somos cómplices
y los objetos saltan a la mano
y los útiles cohechos,
¡oh, del sensualismo vano!
tramitan la billetera soberana
y la usura crediticia.

Los cómplices, de la necesidad,
forjan virtud, compran a navajadas
y su corazón queda abierto
y vicioso por consumo.

Por ambición se desfigura todo descubrir
que requiera que escarbes con pezuñas
y tengas garras y un ¡no! del estero.
Basta el salario y que seas una pieza
del sistema, una tuerca,
un rasero,
un copartícipe
de lo aceptado y repetido.

21-02-1974

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El ¡ay! del yo lírico-amatorio


«La necesidad genética puede ser considerada una necesidad de evacuación; la elección está determinada por unas sensaciones que hacen más agradable la evacuación de los productos sexuales»: A. Hesnard
¡Ay, confidente Poesía, compinche de enamoradas,
alcahueta de miserias amatorias, Trotaconventos
de cada bella(quera) verraca de líbido!
¿qué podemos hacer? cuando las adolescentes,
las adultas... las vejacas, rezuman sus besos
por cada poro y a veces los ven volar
cual mariposas que no encuentran la flor,
como suspiros que no encuentran el cariñoso dato
cuando más saturadas está el alma de hormonas
y más hambrienta de besos...

¡Ay, díme si es por riqueza de Eros,
o si porque Cupido no acerta el flechazo
y el varón es rata de dos patas, o su cuerpo
es de sapo que croa en el lejano pozo,
donde no existe el príncipe,
eso mozo digno de quererse,
ese amigo digno de ser besado.

Dímelo, sicóloga de amores, adivina
de palabras, maga-hechicera de sortilegios.
Se han vuelto demasiados los poemas
a la carne, textos a los deliquios,
mis menciones de noches pasionales...

Ayúdame, consejera sentimental,
reparadora de orgasmos, veterana de líbidos,
a organizar el placer que nos provoca
(a nosotros, pobres poetas de todos los sexos
y avatares) a que fluya esta emisión
de productos sexuales.

Casi todas las palabras que yo encuentro
en los textos, ¡ay! se repiten como rimas
de amor, se unen a caravanas
de nómades hambrientos de ternura,
se urden para verte y que ofrezcas consejo,
Gitana, con naipes marcadas
de consuelo y ases de corazones.

¡Ay! ¿quien capaz fuera como Abu Chafar
ben Said, y uniera el agua con el fuego
y ofrezca consejo a Calixto y Melibea?
Sé tú en su lugar, Mujer Libre de dudas
y Casamentera de los atormentados,
quien a la reclusa de amor por doncellez
la redima, o en el cesto de su compra
ponga magia, la cita a ciegas
con quien dará caricias y susurre la palabra
más dulce y sincera.

Tira el panal, Celestina, y que no escape el deseo
de la abeja, pero que se coma miel
a ojos vistos o a escondidas,
¡ay, qué enamorado amor pica en los huevos,
qué humeda tibieza se esconde
debajo de la falda,
qué aromoso misterio mortifica las bragas,
que la Poesía ya no sabe
cómo callarse toda su gana de amar...
sin que nada nos joda
ni el laúd silencie su lujuria
ni el tocado de plumas de la joven risueña...

Haz el momento mágico en medio
de los oscuros y sombríos muladeres
del encuentro caravagista:
ella quiere ver a «Gerardo de la noche»
y sentir sus buenas intenciones,
si con él hay futuro, o sólo simulacro
por apuradas pasiones; ¡ay, cómo es líbido en pote!
cada palabra cómo infecta la lengua que canta,
o los dedos que escriben, con todo vaciamiento
en iemanjá de zamba para el gozo
y la pomba-gira, escandalosa...
como nalga...

¡Ay, LocaLorca, lo caliente no se quita.
Mi caballo negro está fuera de control
pues ha visto la rosa, ay Carol Baker,
tanto líbido, naufrado en la colcha,
y facilita de amar te he visto en Baby Doll...
Todo me habla de ti, Misterio Voluptuoso,
espasmito de biología, ansiedad metafísica
de mis progenitales versos, un cuadro,
un jardín, una película,
una suave melodía...
turgencia de los órganos bellos, disfraz
de la palabra coactiva, incentivante
de un qué sé yo
que es el ¡Ay! del yo lírico-amatorio
en aras de evacuarse
intensamente inmoralista.

03-11-2004

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El trabajo consciente

Mi dios se llama el Mito Eterno:
la actividad, la inventiva social,
el trabajo, el producto.

Dios es artificio, industria, ajoro.
Dedos altos, como frutos que de la copa
y savia de los árboles, recogen alimento.

Esos pulgares de primates mamíferos,
sus manos en gesto vertical por las semillas
y sus miradas al cielo, esperanzados,
son mis dioses humanos, mi dios erguido.

¡Y en las charcas de gibones, diosas tengo!
Las encuentro cuando cantan, o danzan en pelotas.

Son ninfas gritadoras, festejantes de gloria,
y ellas han sido y serán como almeas
en las calles pobladas y fueron alguna vez,
ojalá que puedan serlo otra vez y siempre,
danzarinas del areito.

En las selvas, diosas con dioses y tambores,
echan campanas al vuelo, arman su risueño regocijo
en Ceres-OM-nias. Se perviven
en inocencia primitiva de mi trópico.

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El secreto de la Fortuna


A Tykhé / Fortuna

Daughter of Zeus Eleutherios (Liberator),
Tykhe (Fortune), our saviour goddess:

Alcman, Fragment 64, Lyric II C7th B.C.
Serás afortunado. Beberás de la memoria
de mi Gran Vasija, del Cuerno de Abundancia.
Estaré en la Tierra, sin que tú me veas;
yo seré tu porción, el clamor de tu espíritu.

Te exilaré a donde pueda el timón llevarte.
Yo pongo la mar y el barco, tú navegas.
Y llegarás al puerto, flotarás como un loto.
Y verás, tú harás hallazgo, capitán,
y a las evidencias contiguas a mi Ser,
las llamarás Tu Mundo, teleología,
la potencia propositiva del azar,
lo posible, el kairós, lo oportuno.

Tú sabrás que todo es mío, cosa
es que otros no saben; tú sí sabrás decirlo.
A tí fue a quien hice, poeta. A tí pediré
más cuenta que a ninguno.

De modo que acepta mi vasija
(hoy te parece pequeña, como un haikú
de intensas sílabas); pero, a donde te mando
crecerán tus palabras y la dimensión de tu espíritu
será más abundante que el Cuerno de Amaltea.

2. Nunca estarás solo

Tengo este secreto: voy a musitarlo
casi quedamente a tu alma. Estoy disperso
en cada beso femenino, en lo viviente.
Cada mujer es una luna, cada emoción suya
es esplendor que en mí ha mordido
con ternura. Mi pasión, por ellas, es vida.

El que me quiere ver... hasta en su carne
doy yo la bienvenida; me les cuelgo en el alma
y me los llevo a mi olimpo, mi Fuente.

Nunca estarás solo, hijo mío,
aunque seas mortal y miserable y te sujete
el Karma, con su guadaña oscura y los ciclos
de Saturno y la tristeza que muerde
y la injusticia que faja con su macharrería.

Dejo a tí mi ley que bendice. Respétame
en la Némesis que distribuye justamente
mis ofertas; no hagas que Ella se indigne.
Distribúyeme para el amor de TODOS.

Solo no te dejo, solo no dejo a nadie.
Si crees en mí, llámame el Justo y el Fiel.
Yo soy el padre, Kéter-zeus-júpiter,
pero, en fin, más que nominalismo.
Te doy las novias de mi pasado,
las hijas de mi presente, las herederas
de tus bendiciones.

3. Busca a tus hermanos

Yo, Eleutherio el Liberador, te daré fortuna.
Hijo de la promesa, entonces, elabora pues
la palabra persuasiva.

Defiende la Eunomía cuando vayas a tierra
porque hay demonios duros y siniestros,
hombres bestiales, a donde vas llegando.

Tú sé heroico en cuanto puedas.
No te pido que cortes cabezas,
que seas la guillotina, cámara ardente,
horca, cadalso, silla eléctrica.
No inventes otros aparatos represivos
ni el policía, el soldado, el vengador milico.
No urdas violencia contra el prójimo.
No seas falange ni tortura ni guerrilla.

Solamente, sé eunómico porque existe el Orden.
Y todo tiene una hora en que retoña y secuencia.
Todo va, al fin de cuentas, a mi teleología.

Lo que crece es al final la cosecha.
En el encuentro con lo real, sé insistencia
del significante, no agitación adicionada
al caos ni a ciegos automatismos.
No seas la bestia. Tú no suplantes
al sujeto ni rompas su vasija.

Cuando llegues al campo o a la aldea
de los que nunca encuentran ni siquiera
las sombras de sí mismos cuando veas los compulsivos
con su impureza y sus alardes, busca
a la niña dulce, tu hermana. Ella compensa.

Abrete paso entre orquídeas y jacintos.
Identifícala. Vive en jardines.
Llámala Tyche Soteira, Salvadora,
o Agathe Tyche, Buena Fortuna.
Es el primer regalo que te haré
por llegar a la tierra y flotar en mis lotos.

4. Abre tus manos a sus bendiciones

Quienes estén movidos por un espíritu de bien
son tus hermanos; a tal familia llámala parentela
aunque no hayan nacido del vientre de la luna.

Los ciegos son sordos. No ven que tu vasija habla,
que es la vasija a la que llamo tu espíritu.
No le des de beber a quien no oye; no acerques
el sabor de tu alegría a la boca del asno.
Selladas fueron sus jetas con yugo,
cortados sus oídos con silencio,
cegados sus ojos con ingratitud.

Tiké, la salvadora, hermosa entre tus hermanas,
les negará providencia; no han de comer nuestros frutos.
No sabrán de la abundancia ni de las bendiciones.

Para que aprendas del proceso,
y no te compadezcas ante quien no merece,
házla que ande contigo y no la llames Caprichosa.
Ella es Agathos Daimon, el espíritu del bien.

<>

Del parto de mi voz


a Hefesto, el cojo y feo artesano
Para que un poema nazca
como debe nacer, yo no acumulo
lo mejor de las flores, primorosos jardines
(que se dan por sentados, aunque sean
espectros de ilusiones ideales, subjetivas
sólo en la apariencia).

Me gusta más el proceso
(el no dicho proceso) que lo hace deseable
y por el que se sufre, sea lo que sea interiormente
el sufrir... Una flor no existe sin que antes
se foguera en la raíz, en tierra de desbrujo,
en el humus oscuro,
en la pisada y repisada arcilla, en la violencia
de humedal con gusanos, en la semilla pudrida,
en la hojarasca que a nadie inspira un texto
o canción de orígenes...

... ahí nace, como materia bruta,
lo que será el gozo de los ojos, el esplendor
del aire, el nido en alto para las transparencias.

Voy por el poema profundo que nadie
transporta al benéfico asombro,
que ninguno avizoró
(para esquive su angustia).

Después de hechas las flores,
como tropel van las gentes por su aroma,
después que las mariposas han dejado
de ser larvas, cómo corre el cazador
con red de ansias a ver si atrapa una.

No yo. El poema me interesa cuando es sólo
un comienzo del rechazo, estercolero
de las indiferencias; pero...

Yo lo voy a pulir,
lo sacaré de la baba y el fango,
del puchero inicial con que lo Bello nace
y lo profundo se acuna...

Me gustan los poemas
en que tuve ojos que lo vieron
y mano sucia que se metió
en el útero ignorado
yendo por él, etapa por etapa.

Por eso, sin compañía, me hallaré en la tarea
y tendré pocos amigos que entiendan
lo que hago; yo no tendré de oquis
olimpos ni parnasos.

Como mi canto fui tirado al vacío.
Caí en la tierra con la voz sedienta,
renco, mustio, atolondrado, abandonado
de la esquisitez aplaudida,
pero, orfebre al fin,
entre gusanos.

03-06-2002

<>

Estas cosas dijo el Vitoco

Estas cosas dijo el Vitoco,
mesías sin mentira y cantor
de panderos y danzas,
al echar un árbol a las aguas amargas
y endulzar la vida de la arena.

¡Treinta vitaminas que Funk
ni imaginó, desde ese día,
reconstruyeron al pueblo de Tritón
y a las bocas que comen leudo
en los días de santa convocación!

En cada espacio de vértebra,
dáles la perfecta rima
para la canción del genoma!

Húndelos en el pozo viscoso
de tu amarillo linfa, mánalos
como tocofenol vegetal de tus aceites
para que no sean estériles ni magros
y se multipliquen en el texto
de Tu Sol nutricio; que beban
la sangre de tus espinacas,
caldo de tus legumbres
y bebedizos de tus patatas cocidas
en horno de elocuencia morfogénica.

¡Que aprendan a morder,
sin dolor de encías y sin tedio,
a los sabores de tus ácidos ascórbicos
ya que en tí, señor de sonoridades,
late la palabra furiosa,
la denuncia y el colmillo conspirador!

¡Tantas galas de violencia
y no resisten hasta el tercer día
estos hijos de Tritón,
depresivos, asténicos,
comegofios de arena!

Dáles la biotina, versolari
del Axis Mundi, suélvela
en las aguas de Mara y que beban
las riquezas de tus alacenas
de vitamina H, chacra por chacra,
del epistrófeo al sacro,
del alfa a la omega.

¡Que se laman los bigotes,
que olviden que tragaron polvo
y bebieron orines de cobras
y pitones; a fresas y a moras
que les sepan las jetas
a esos dueños de duras cervices!

¡Puebla sobre el poema
de las aguas dulces tu sustancia rojiza!
Combate a las crueles anemias del alma.

Exilia la pelagra
y establece el Reino del Consuelo
con ácido fólico que te sobre
porque hay torrentes sanguíneos
en desgracia y parturientas
con úteros rotos
y alambiques de tibias doncellas
que mueren en mañerías
con hombres engañosos
y hembras que no hayan ligamen
ni atadura porque no saben
salmos en madremontes
ni canciones para el fuego de la leña.

<>

Bendición de la zorreada


El lugar de la verdad no es el juicio:
Martin Heidegger
Bendita sea la zorra-madre que me parió
y la cautela zorreada que me salva.
Del pantano nutricio me dio su lenguaje.
De sus pisadas de vulpeja, sus verdades
y pezuñas; arcilla de lícuos pezones,
fue mi sustento hasta que mordí
al crecer, pan del Soluto.

A su gruta en el desfiladero,
su cueva entre malezas, llamé mi casa;
al olor de su pelambre, mi refugio.

Bendito sea el ser salvaje
que me da naturaleza.
Echado en ser mundano me porfío,
me descubro aún lamido por sus besos
y por su lenguaje
doy mis alaridos.

La bicha que me lacta
con rugidos me cuida.
Con zarpacillos sin dolama
me reprende según crezco.

Grande como el cosmos
es la dependencia nutricia
y lo que la madre instruye
por su hallazgo:
Dasein es
la posibilidad junto al peligro.

Esta verdad es cimera como cumbre.
Grande porque no cabe en el juicio
y porque la dice la zorra de mis días:
madre-vida-en su totalidad.

03-02-1976

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