Saturday, July 10, 2010

Walt Whitman: El poeta del yo auténtico y vital




Por Carlos López Dzur / Fundador de Sequoyah Virtual

De algún modo, al seguir a Michael Foucault y su ensayo What is an Author?
(1969) y su pregunta esencial, ¿cómo adviene el autor y su función autorial dentro de algún discurso cultural específico, cómo se individualiza respecto a éste?, adquiriendo un estatus, más sincero y libre que el que se empeñaran en determinar las condiciones y circunstancias institucionales y las fuerzas socioeconómicas, comprendo a Walt Whitman (1819-1892) como el primero de los poetas estadounidenses al que debe aplicarse la categoría de un autor-con-su-propia-obra y personalidad.

Según muchos críticos postestructuralistas, alegan que los escritores y poetas son «productos» y «espacios» antes que «productores» y «originadores» de sus textos y que una disposición o convergencia de códigos, convencionalismos y acepciones léxico-conceptuales circulantes los atrapa antes de que ellos escapen de este juego y ofrezcan un inherente librejuego expresivo y la configuración de ese poder prevalente del discurso social y configurador.

Aún adjudicándosele a Goethe, Hegel y Emerson, como «fuente de inspiración» o influencias capturadoras, Whitman es un autor con voz propia y no sólo un espacio mental en que éstos dejaron engramas y formas literarias ('formulaic poetry and subject-matter'), aunque hayan sido lo mejor que haya asimilado en tiempos de crisis intelectual.

El Establecimiento literario norteamericano, que hoy reconoce a Whitman como uno de los poetas asociables al siglo XIX, junto a Emily Dickinson (1830–1886), admite «in their time they had not yet risen above the crowd» («Walt Whitman was well-published and his name was recognized, but he was not at the peak of his eventual popularity»). Los poetas que son populares son los llamados «Fireside Poets», poetas que discursan, con su sensibilidad, «to heart and hearth»: del corazónn y el hogar, gente como William Cullen Bryant, Oliver Wendell Holmes, Henry Wadsworth Longfellow, James Russell Lowell, y John Greenleaf Whittier. Esta es la época en que, como explica Donald Walhout, para aplicar el análisis crítico en la literatura estadounidense, se requiere definir un subjetivismo, cuasi bíblico, en el 'constructo' conservador, ya que los poetas y los filósofos, en medio de ese siglo XIX, están en la tarea de forjar para la nación su carácter nacional y sus ideales. La manera en que se quiere hacer ésto es con fervor religioso que conlleve a un común denominador democrático. La misión para el país es que «Norteamérica sea el mejor ejemplo de democracia y le sirva de modelo al todo el mundo». [1]

Para esa literatura estadounidense, el Establecimiento saluda como padrinos de toda «interpretaciónn objetiva», a Schleiermacher y Dilthey. Y, claro está, no se querrá otros profetas del subjetivismo y la hermenéutica que no sean los primeros y aquellos que el Trascendentalismo de Emerson y Thoreau festejan. Hay una gran tolerancia por lo sentimental, pese a lo contradictorio de los tiempos. «The lyric poetry of 1820 to 1870 in America was as rich and diverse and contradictory as the decades themselves».

Este siglo XIX en Norteamérica descansa, si bien tiene la «infraestructura del realismo» (razón e intelecto) como su punto de vista dominante, se desvía hacia un romanticismo con énfasis en los temas de la naturaleza, la experiencia pesronal y la imaginación como guías para el pensamiento y la acción. Hay la intención de santificar las oportunidades democráticas y definir la libertad como una rotura con los roles clasistas prefijados de nacimiento («classist roles set at birth»), a fin de forzar cambios en las instituciones preexistentes. Los poetas y literatos más progresistas echan sus diálogos y temarios contra la inmoralidad del esclavitud y preparan el camino pra la primera reunión sobre los derechos femeninos en la llamada «Convención de Seneca Falls» en 1848. [2]

En cuanto a idelogía política dominante y ejercio social en la expansión hacia el Oeste, la hoy conocida doctrina del «Destino Manifesto», tragar e incorporar viejas a Norteamérica como obligación y a cualquier precio, supuso un choque en la idea que sacudió a los trascendentalistas emersonianos y de los sustentadores del concepto de una democracia espiritual que, fácilmente, fue subvertida por una idea de destino materialista. Ahora el destino de America sería dirigir al mundo en un afán de progreso y conseciones, donde lo democrático pasa a un segundo plano. Esta expansión no es posible sin reconocer, o esconder, la experiencia de la supresión étnica y desposesión de los indígenas nativoamericanos y de los vecinos que se hallarán según se avanza hacia el suroeste: la desposesión del mexicano y del novonohispano / californio.

El tema de la experiencia migratoria es otro retroceso. Entre 1820 y 1860, los irlandenses nunca fueron menos que una tercera parte de todos los inmigrantes llegados a Norteameérica. Son las guerras napoleónicas las que empobrecen a éstos y los prejuicios religiosos de los Maestros Protestantes contra la población católica irlandesa, sumado a la insorbinación política a que ceden. En 1850, la casi mitad de los inmigrantes que entran a Nueva Inglaterra son nacidos en el extranjero y emigrar es la forma de escapar a terratenientes enardecidos. Para 1840, son casi dos millones los irlandeses que han llegado y, en menores, números, arriban después de la Guerra Civil, llegando a 3.5 millones para 1880.

Para muchos de estos poetas, a los que el Establecimiento político y literario se traga, el Arte es una «cosa sagrada»; no quieren hablar «ill of poetry», sino con corazón místico de Jacob» y así pelear con Peniel. «To wrestle with the angel —Art». El arte siempre ha serbido para lamentar, elegíacamente, las pérdididas personales; pero, en este siglo, hay demasiadas tragedias públicas para que los poetas se conmuevan: toda la esclavitud, sucesivamente la Guerra Civil entre el Norte y el Sur, el asesinato del Presidente Abraham Lincoln (el 14 de abril de 1865), el problema de los indígenas nativos, «The Removal Act» de1830 que culminara entre 1838–1839 con «Cherokee Trail of Tears, la migración masiva, con su secuela de millares de muertes.

Comenzaría, en aras de valorar la originalidad whitmaniana, examinándole en el contexto de los poetas y pensadores estadounidenses de los que Whitman fue coetáneo. El profesor de Literatura de la University of Missouri, Maurice S. Lee, en su estudio Slavery, Philosophy, and American Literature, 1830-1860, (2005) nos habla sobre estos precedentes, sociopolíticos y literarios, tiempos formativos en los Whitman crecerá. En cinco enjundiosos ensayps, Lee concluye cómo ante la crisis de la esclavitud en los EE.UU., «on antebellum moral philosophy, political theory, and metaphysics», el Establecimiento literario fracasó. Whitman creció en el contexto de una «crisis de la filosofía», ante la cual autores tan diversos como Poe, Stowe, Douglass, Melville y Emerson, fracasaron. «They tried - and failed - to find rational solutions to the slavery conflict»

Ante las perspectivas de una literature en torno a la esclavitud, se rompe todo consenso nacional y se fraguan los límites de la autoridad racional hasta que la nación, como tal, se involucra e inclina a la guerra, constituyendo una ardua transición entre el racionalismo confiado y crédulo del Iluminismo americanos hacia un pragmatismo escéptico. Dos de los ensayos, Lee los dedicará a Stowe, girando alrededor del verso que es, de por sí, una queja:
'Lord, it's so hard to be good' y medita en torno al sentido común de: Douglass y sus límites, cuando «that romantic, sentimental, and black Atlantic writers all struggled with modernity when facing the slavery crisis». [3]

En durante el periodo de la Guerra Civil que Whitman sirvió como ayudante de enfermería. Al terminar el conflicto continuó añadiendo poemas para las nuevas ediciones de su obra. Para este momento, Whitman es mucho más político y utiliza el género del ensayo.

La primera distinción que me parece importante en el cúmulo de ideas sobre filosofía intuicional («heart-withering philosophy») que se dispone en el Trascendentalismo americano como ideología dominante entre las clases medias, jóvenes y educadas, nutriidas por un pensamiento religioso y de impulso moral, es la influencia de Kant que en Whitman no es tan fuerte [Paul F. Boller Jr., American Transcendentalism, 1830-1860: An Intellectual Inquiry (G. P. Putnams Sons, 1974]; no obstante, la prefrencia de Whitman por Hegel, comparte con el kantiano Emerson, «a philosophy of daring and inspiring affirmation» y, al decir de Daniel G. Payne, la Teología Natural de Emerson vincula ensayos de historia natural de John Burroughs y su «Iglesia» del Transcendentalismo de los Ultimos Días y kantismo, con Kant. El trascendentalismo tiene sus básicos cimientos en el idealismo y, desde su base de aigos en Boston y Concord, permea círculos de literatura, filosofía y religión. Whitman está entre los poetas que miran hacia ese trascendentalismo y Paley dice que «Whitman was the one American poet who managed to reconcile» [4] lo que muchos de sus elementos filosóficos dejan sueltos.

Whitman es tan sólo un aspirante a escritor cuando le escribe una famosa carta a Ralph Waldo Emerson, «a well-known poet and lecturer», «his hero-worshipping eyes», quien elogia su poesía. Y la saluda con esperanza: «I greet you at the beginning of a great career, which yet must have had a long foreground somewhere». Y Whitman utilizará la carta en auto-defensa, «as a counterbalance to what he considered a partially negative review». La respuesta de Emerson, el 21 de julio de 1855, él la utiliza en la segunda edición de Leaves of Grass / [Hojas de hierba, 1850] como apéndice de la edición de 1856. La influencia trascendentalista de Emerson en Whitman es trazable en sus poemas primerizos, pero, ya al final y en la madurez de su obra, no. Hubo mucha correspondencia cursada entre Emerson y Whitman; pero, ¿cuán lejos en identificación puede ir un ensayista, poeta y ministro unitariano, educado en Harvard, con apasionado poeta que dejara la escuela en su niñez y cuyo versos mientan con apertura el sexo y erotismo. Tema que Emerson le recomendara no cultivar. No extraña que Emerson no moviera ni un dedo ni para ayudar a Whitman a obtener un empleo burocrático en el gobierno.

Para Emerson, pese a su grandeza, Whitman era un romántico, no un trascendentalista. De hecho, cuando dice «brevedad es prudencia», Emerson excluye la poemárica expansiva del poeta, especialmente, cuando Whitman declara: «Do I contradict myself? Very well, then I contradict myself, I am large, I contain multitudes».

Whitman podía decir con plena honestidad:

Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Sé cuál es su misión y no la olvidaré;
que nadie la olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de para en par las puertas a la energía original
de la naturaleza desenfrenada.

[De Canto a mí mismo

Los poemas que aquí utilizaré pertenecen a Walt Whitman: The Complete Poems (Penguin Classics, 1977), 896 ps. y al utilizar traducciones del inglés al español utilizo las versiones del poeta español León Felipe].

En este trozo, que Whitman abra las puertas «de par en par» a la energía original de la Naturaleza equivale a la nociónn trascendental de un «monismo que sostenía la unidad del mundo y de Dios» y «la inmanencia del mundo». Si el alma de cada individuo es idéntica al alma del mundo, contiene lo que el mundo contiene y ésto es monismo, pese a que el apasionado Whitman dice que su apertura es tan profunda que incluye a: «la naturaleza desenfrenada». Emerson, en cambio, cuando propone «una relación original con el universo», protege también una iglesia (la iglesia Unitaria y el pensamiento de William Ellery Channing sobre el «Dios interior y la significación del pensamiento intuitivo». La sociedad de su tiempo se mueve por una «conformidad irreflexiva» y en su conocido «The Divinity School Address», influido por la filosofía racionalista y romántica alemana y el hinduismo, él se decide por una «vía intuitiva» basada en la capacidad de la conciencia individual, «sin necesidad de milagros, jerarquías religiosas ni mediaciones». Kant es el punto de arranque: «Los objetos no son reales y cognoscibles en sí mismos, sino que por el contrario, existen y son cognoscibles cuando están sometidos a condiciones a priori del sujeto».

En su Ensayo sobre la Naturaleza, Emerson vuelve a defender la intuición y la observación directa de las leyes de la naturaleza. Admite, como Fichte, una metafísica del Yo y del No-Yo. En este sistema de idealismo, lo trascendental es una reflexión dirigida no a las cosas sino a la conciencia de ellas en cuanto meras representaciones. Ha reformulado a Schelling y Schopenhauer. Ha creado un sistema de Totalidad que es Dios, o la meta final de un contacto con la energía cósmica o fuente creadora de la vida.

Whitman cree en ésto, pero verdaderamente sin mediaciones de tanto filósofo y embelequería terminológica. Por eso dice: «Que se callen ahora las escuelas y los credos. / Atrás. A su sitio». Y no dudo que, al plantearlo así, Emerson se llenó de miedo. El Trascendental Club de Emerson asoció a Walt Whitman y Henry David Thoreau, entre otros; pero menos elitista, Whitman hallaba amigos en todo grupo y conoció al ensayista John Burroughs, quien en su tiempo también fue amigo de Theodore Roosevelt, John Muir y Henry Ford y se convirtió en un ícono del conservacionismo ambiental y ese tipo de movimientos ecológicos y naturalistas. John Burroughs fue un pionero de la educación naturalista, como la entendía Whitman cuando invitaba a vagar y disfrutar, al aire libre, sobre la hierba. No era un naturalista de salón o de mera conceptualización teórica. [5]

Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
para ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.

El idealismo emersoniano es racionalizador, más kantiano y sistemático que el de Whitman que después de leer a Hegel escribe su The Roaming In Thought«On reading South in the New World: Whitman, Marti, Glissant, and the Hegelian dialectic», ensayo crítico publicado por The Mississippi Quarterly [September 22, 2003]. G. B Handley observa cómo José Martí, quien es admirador de Whitman, coinciden con él y con Hegel en una reacción contra el determinismo debido a que «el ambente natural y la experiencia histórica del Nuevo Mundo, por ser nuevas, crearán una cultura política excepciobnal de libertad contraria a las tiranías de Europa». [7]

No obstante, habría que decir que Martí es mucho más cauteloso que el esperanzado Whitman, aunque ambos entienden que el nacionalismo de nuestros días ha reduplicado en el Nuevo Mundo viejos demonios «of the Old World's colonial evils» y se ha visto crecer los fines imperiales de los EE.UU.. Entonces, de ahí la neceisdad de ser cautelosos en torno a la retórica democrática. Lo que ambos, Martí y Whitman hace, es una advertencia profética. Si bien «la colonia puede seguir viviendo en una república», también puede desaparecer, según la lógica hegeliana. Hegel creyó que la finalidad de la historia es la autoconsciencia de la libertad. «Self-awareness is the realization of the ways in which the present is informed by the past, or as Frederick Beiser puts it, an awareness that ' what we are now ... is what we have become, and the process of becoming is our history». [8]

A pesar de las deudas o influencias admitidas por Walt Whitman con Ralph Waldo Emerson (1803-1882), son muchas las razones para pensar que Whitman era más radical que su muestro y que para muchos lectores e intelectuales conservadores Whitman fue cuasi herejético. Sólo, hasta muy recientemente, el Establecimiento conservador y, digamos Peter Lawler, en Some Positive, Postmodern, and Conservative Comments on Walt Whitman destaca cosas que el poeta quiso decir y asustó con ellas al formularlas poéticamente. Una sobre la tarea y virtud de un «poeta democrático», festejar la la libertad y la responsabilidad, aunque al hacerlo descalifique las explicaciones darwinianas y el punto de vista de la ciencia, «o lo que podemos ver con nuestros propios ojos». Choca con los nacionalistas chauvinistas que Whitman haya dicho que la persona no es una «pura idiosincrasia» o el producto de ilusiones feudales or aristocráticas y que haya festajado en su lugar al «hombre y mujer promedios». Aquel que no es:

... is not greatest as victor in war,
nor inventor or explorer, nor even in science,
or his intellectual or artistic capability,
or exemplar in some great benevolence.

De hecho hoy, en retrospectiva, gente conservadora del Establecimiento como Lawler, insinúa lo impensable: «Whitman, at his best, is at a much higher pay grade and level of moral aspiration than either Emerson or Thoreau». [9] Que haya sido un sospechoso «progresivista» o un indefinido creyente del utopianismo) ya no importa. Que haya hablado sobre la emancipación sexual y otros tabúes, ya se le perdona. Que haya hablado sobre una idea de fraternidad que disgustara a Carey Wilson McWilliams, tanto en Emerson y Whitman, ya no importa. Al fin, hay que sacar ese poeta a flote y sin miedo, porque efectivamente, Whitman tiene un pensamiento filosófico, a la vez que una ética política y una más profunda visión sobre virtud y mundo que aquellos que le cerraban la puerta y estigmatizaban y le sacaron de los currículos escolares de hoy.

De hecho, ciertamente, desde la sicología humanística, hoy se entiende mejor a Whitman y sus aportes místicos para el despertar espiritual (Alejandro Celis: «El concept del Despertar Espiritual»: Ver y cómo a principios del siglo XX, se convierte en el referente de los poetas proletarios del Medio Oeste, incluyendo a Edgar Lee Master, Vachel Lindsay y Carl Sandburg, «ofreciendo una alternativa mística, nativa y populista al formalismo extranjerizador de T. S. Eliot y Pound» (Félix Martin). De este magisteio místico participan muchos escritores latinoamericanos de Borges a Neruda. [10]

Hay quienes se concretan a hablar de esta mística con una visión estructural sobre cómo se organiza la entonación y la expansión rítmica de los versos de Whitmam; pero, ciertamente, hay una visión de infinito y de lo intuitivo en el gran poeta norteamericanos. Me interesa este poeta y me pregunto cuando ante los ojos de Emerson, el ministro, pasó el siguiente fragmento de Hojas de hierba y cuánto temblaría al leer: «No soy sólo el poeta de la bondad, acepto también serlo de lo inicuo y lo malvado. / ¿Qué son esos discursos que nos cuentan de vicios y virtudes?»

La honestidad que yo he visto reflejada en los textos de Whitman creo que no la volverá a hallar, con mayor grandeza expresada, en ningún norteamericano, en particular, ahora que para ser poeta, hay que pasar por las Academias y ser, en primer lugar, respetado por los mercados y las revistas y los que conceden doctorados y seminarios de Escritura Creativa para poder halagar y tener lectores entre audiciencias amplias que ya no leen, sino lo que los especialistas en mercadeo ponen sobre la mesa.

Aquí un fragmento:

Creo que una brizna de hierba no es inferior a la jornada de los astros
y que la hormiga no es menos perfecta ni lo es un grano de arena…
y que el escuerzo es una obra de arte para los gustos más exigentes…
y que la articulación más pequeña de mi mano es un escarnio para todas las máquinas.
Quédate conmigo este día y esta noche y poseerás el origen de todos los poemas.
Creo en ti alma mía, el otro que soy no debe humillarse ante ti
ni tú debes humillarte ante el otro.
Retoza conmigo sobre la hierba, quita el freno de tu garganta.
(…)

Creo que podría retornar y vivir con los animales, son tan plácidos y autónomos.
Me detengo y los observo largamente.
Ellos no se impacientan, ni se lamentan de su situación.
No lloran sus pecados en la oscuridad del cuarto.
No me fastidian con sus discusiones sobre sus deberes hacia Dios.
Ninguno está descontento. Ninguno padece la manía de poseer objetos.
Ninguno se arrodilla ante otro ni ante los antepasados que vivieron hace milenios.
Ninguno es respetable o desdichado en toda la faz de la tierra.
Así me muestran su relación conmigo y yo la acepto.
(…)
No pregunto quién eres, eso carece de importancia para mí.
No puedes hacer ni ser más que aquello que yo te inculco.

Y tú, mar… También a ti me entrego. Adivino lo que quieres decirme,
Desde la playa veo tus dedos que me invitan,
Y pienso que no quieres marcharte sin haberme besado.
Debemos estar un rato juntos: me desnudo y me llevas muy lejos de la costa,
Arrúllame y durmiendo al vaivén de tus olas,
Salpícame de espuma enamorada, que yo sabré pagarte.
Mar violento, tenaz y embravecido,
Mar de respiros profundos y revueltos,
Mar de la sal de la vida, de sepulcros dispuestos aunque no estén cavados,
Rugiente mar que, a capricho, generas tempestades o calmas,
También soy como tú: con uno y muchos rostros.
Partícipe del flujo y del reflujo, cantor soy de los odios y de la dulce paz,
Cantor de los amantes que duermen abrazados
También doy testimonio del amor a mis prójimos:
¿Haré sólo inventario de todos mis objetos olvidando la casa que los tiene y cobija?
No soy sólo el poeta de la bondad, acepto también serlo de lo inicuo y lo malvado.
¿Qué son esos discursos que nos cuentan de vicios y virtudes?
El mal me sugestiona, y lo mismo la reforma del mal, mas sigo imperturbable.
¿Soy un inquisidor, un hombre que desprecia cuanto encuentra a su paso?
No soy más que aquel hombre que riega las raíces de todo lo que crece.
¿Te temes que la terca preñez sólo engendre tumores?
¿Pensabas que las leyes que rigen a los astros admiten ser cambiadas?
Encuentro el equilibrio en un lado lo mismo que en su opuesto.
Las doctrinas flexibles nos ayudan lo mismo que ayudan las más firmes,
Las ideas y acciones del presente nos despiertan y mueven,
Ningún tiempo es más bueno para mí que este ahora que me viene a lo largo de millones de siglos.
No hay nada de asombroso en las acciones buenas de antes o de ahora,
Lo asombroso es que siempre existan los malvados o los hombres sin fe.
Se borran el pasado y el presente, pues ya los he colmado y vaciado,
Ahora me dispongo a cumplir mi papel en el futuro.
Tú, que me escuchas allá arriba: ¿Qué tienes que decirme?


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BIBLIOGRAFIA


[1] Romper con esta pretensión es tan importante como conservarla. Cuando miento un yo vital, como se verá en artículos que citaré posteriormente, hablo de la necesidad de vitalismo dentro de la modalidad existencial de un «ser-con-otros»; cuando hablo de un Yo auténtico, me refiero a una capacidad de ser-para-sí, en búsqueda de mismidad.

[2] Janet Gray, ed. «She Wields a Pen: American Women Poets of the Nineteenth Century». Iowa City: University of Iowa Press, 1997, p. xvii.

[3] Maurice S. Lee, «Slavery, Philosophy, and American Literature, 1830-1860» [Cambridge University Press, 2005], 223 ps.

[4] Daniel G. Payne, «Emerson's Natural Theology: John Burroughs and the "Church" of Latter Day Transcendentalism» (The American Transcendental Quarterly), Vol. 21, 2007]

[5] John Burroughs, «John Burroughs' America: Selections from the Writings of the Naturalist» [Dover Publications:1997]. 320 ps.

[6] Ed Folson, Review de «Whitman», por Bettina L. Knapp (New York, 1993), en: Walt Whitman Quartely Review, Vol. 11, Núm. 3, Winter 1994, ps. 144-45

[7] George B. Handley, «On reading South in the New World: Whitman, Marti, Glissant, and the Hegelian dialectic», [The Mississippi Quarterly: September 22, 2003]

[8] Ibid.

[9] Peter Lawler, «Some Positive, Postmodern, and Conservative Comments on Walt Whitman», en: «Posmodern Conservative»:
Ver

[10] Selena Millares, «Neruda, el fuego y la fragua: ensayo de literatura comparada» [Ediciones de la Universidad Salamanca, 2008]




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