Sunday, June 28, 2009

Epica de San Sebastián del Pepino

a Helen Santiago Méndez,
Joaquín Torres Feliciano,
María Libertad Serrano Méndez,
Rubén Arcelay Medina,
Walter E. Cardona Bonet,
Raquel Rosario Rivera,
Laura Castro Cardona,
Horacio Hernández Campán
y Eliut González Vélez,
por sus quehaceres como rescatadores
de la memoria colectiva y su rol de bohiques,
en este pequeño espacio del Caribe
y Puerto Rico: El Pepino


La épica identitaria

Eregido sobre un lomo del ser,
aún lo llaman Pepino, ¡ay, pueblo mío!
¡ay! melancólico, ¡ay! con amor nutricio.
En vaivén dialéctico y cauce de porvenir,
le ví sus huesos, examiné su carne.

Como hamaca ha remecido lo que siento.
Lo llamé, lo converso, quemé
el último cartucho por buscarlo
antes de echarme al exilio
para desde alguna distancia
sin desamor, reencontrarlo;
lo que fue no parece
íntegramente unificado todavía.

Sé que él sufre, que perdió la memoria
como un viejo de más de dos centurias,
pero es mi viejo bueno de los siglos
(y noble cuando quiere y tonto)
y, con sus defectos y manías, sí...
a ese niño-anciano de canarios y vascos
y catalanes y corsos, a ese
Niño-Viejo con ancestro, lo quiero.

A ese niño de mogotes calcáreos
y abismos brujos y cuevas para el indio
y para el negro y traficante en trueque
con piratas, mercaderes de cueros,
lo divierto con la pesca del dajao,
lo bañé en viejos charcos,
lo dormí en hamaca de mis sueños.

Mi pueblo fue promesa y destino,
proyecto de carta puebla con docenas
de esclavos y mulatos. Lo había explorado ya,
otrora extraviado por sus montes,
González de Mirabal,
López de Segura y Vélez del Rosario.
Y hay muchos otros varones
con sus nombres
perdidos,
sin bautizos.

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A Cristóbal González de la Cruz

González de la Cruz lo puso en pie.
Le dijo Crece, Pepino, y el niño
empezó a andar a cueras vivas,
bendito por las misas del Padre Feliciano.

Los barrios se llenaron de Beltranes
y también de Guerreros y de Vélez,
de Saucedos que bendijeron
con sangre taína a nuevos cuerpos.
Se metieron en el sur y se juntaron
con los Prat de Vinarós y corsos
como Brignoni y Luiggi,
Ortices medio cubanos en Mirabales
y así fue este pequeño mundo
antes del auge del café
y el tabaco y el silencio.

2.

Bueno o malo, tengo el espacio nostálgico
de mis metarrelatos, tengo más que superficies.
Tengo hilados intertextos que por Culebrinas
son riachuelos y quebradas y pantanos
y se brincan el monte y prevalecen
por la gracia del Salto de Collazo.

Tengo el agua de sus pozos profundos.
Tengo más que el clazol agridulce de la caña.
Un molino de melao, que fue el primero.
Lo asentó el mallorquín
Joaquín Vidal Roselló en su conuco.
Trigo y harina desde España se importan.
Noticias traen los que viajan
a Cuba y Dominicana y se regresan
por los puertos de la costa
a fuero de galope de caballo
o mulas santas, después de los trechos
de mares en vapores de Antonio López y Co.
y el capitán Jaureaguizar.

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Y llegaron esclavos

La Intendencia asomó sus narices
a nuestro mundo y llegaron más esclavos
desde Aguada y ha nacido
en tierra arcádica el dime y el direte,
el capitalismo agresivo y afán de latifundio.

El Pepino es un cisco encendido
que nos quema. Este niño-viejo refunfuña.
En cáscara de buenaventuranza
va soñando; el Capitán Loizaga le enseñó
el alzamiento, el motín, el golpe bajo
y el realismo se siente temeroso
y los nuevos inmigrantes de la Cédula
se buscan entre ellos, se solapan
y conspiran. Ya tienen mala fama
los cubanos. Y los que dan braguetazos
en esclavas y después a son de misas
pagan deudas y pecados.

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Jibaritas y criollos

Las jíbaras a solas escarban el ñame
de las jaldas y van por agua al pozo
y desentierran los jigües
de sus miedos en el fondo cristalino
y puro, así han sido las miradas de sus ojos.

El cemí de sus gozos en veneros
las baña, las proteje y ellas vuelven
en la tarde a desvainar gandules
y hacer ordeño en cabras
y alimentar al padre y al hermano.

Ellos se duermen muy temprano,
siempre cansados, fustigados de sol
y de silencio, y a veces una copla,
una décima, el canto les despierta
y la Navidad es más dulce que los Salmos.

... pero más temprano aún se levantan.
Son jornaleros. Sirven a la cepa de ricos
que ha llegado: Alers, Cabrero, Laurnaga,
Arvelo, Castro, Juliá, Domenech, Díaz
y ese Oronoz, temible, enorme
que, por el pene mide al hombre
y su honor y lo que vale,
¡ay, de los Perochena presuntuosos
y esos Rodones primiginios, tan altivos
como han sido los Ozores y el Vélez,
Cadafalch originario y aquel Yparraguirre
pendenciero, uña y mugre
de Mantilla y Ranero, mercenarios.

Y entonces están los Font, separatistas,
enojados, ¿dónde se fue la fratría,
la promesa que diera el Padre Feliciano,
el alma que se sume en el espíritu,
la bondad por el jornalero de libreta,
el arrimado? ¿Dónde el que vacune
al pobre y al hato de ganado
y conjure la cólera de China y calme
la diarrea de aquel que vino,
con dolor intestinal desde New Orleans?

Este conoció el calvario, el vómito, la burla
porque una vez salió por telas al mercado,
regresó y dijo,
como tú, Pepino, nadie.
¡Tierra mía, tú eres la Arcadia,
Cenicienta mía y tierra de perdones!
... allá el judío te odiaría más que yo
al General Godoy, cepa napoleónica
y de carlistas del Dios y el Rey, mercenarios.


¿Dónde hay pues quien se apiade del villorio,
del campesino que va a la Norzagaray-Urréjola
de vascos en Pepino, dónde quienes desmientan
a los santanderinos Cabrero y sus secuaces,
los vascos, cuando a Pezuela
se lo mira de reojo y al Alcalde
Pedro Antonio Pavía
se lo llama descarado y sinvergüenza,
mala sangre y sicotudo?

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El Porvenir rebelde

Por eso está Tirado en la extremera
haciendo municiones y rezando por balazos;
por eso el boticario Forest invoca la manigua
y Pancho Méndez truena con su boca
fogonazos y organiza la decencia en Hato Arriba
y vaticina El Porvenir como Betances
¡con pan para el pobre y el desamparado,
sin botellas alcaldicias, sin esclavos!

... por eso los Beauchamps están que truenan
y piden Revolución como Aniceto Ahorrio,
Ibarra y Cebollero, descontentos
a causa del realismo y el golpismo.

En la Plaza que se llamara Alfonso XII,
no está feliz Larrache Garregunia,
ni la dizque rabiza de Los Vélez.
Lloran los Zauzuaras de Don Angelo
y los Liciaga Arbelías y los primeros Méndez.
Están diciendo nombres de patriotas
y Betances es el Padre de los Pobres
y Ruiz Belvis es valiente de los huesos
y Baldorioty es hermano desde el alma
y Vizcarrondo es el pionero libertario.

Están hablando duro en el Pepino
y las golondrinas trinan en escándalo
y en el nidal de Cancio está
la maestra Lupe y el Alcalde Luis Chiesa
ha dicho: ¡Basta! ¡Basta!
Le cantó sus verdades a los Franciscos:
a Pancho Castro, a Juliá y Palmete,
a Amell y Fabré, al Panchito Rodón,
a Carmona y a Serrano.

Entonces, ya fue tarde.
Con más de quinientos hombres
surgió el Grito de Lares
y los Medina y Font no enmudecieron
y hablaron con amor a las generaciones.

Epica

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Generaciones: los Alers

Les diré qué son generaciones.
Qué son círculos del perpetuo movimiento.
Qué son serpientes del Alers originario
que vino de La Dominicana, asociado
a los Hermida y Prat-Ayats
y a Mercadal y Cancio.

Les diré que la naturaleza es cíclica
y eterno es el juicio de todo el Universo.
Y que el que beneficiado fue
por la Cédula de Gracias
también se asocia al quehacer de la Serpiente
y se muerde la cola y se vuelve animal
arisco y orejano, y Silvio Alers se rebela,
se averguenza, se duele y un día delinque
y roba y viola y quema y juega
y seduce, por esquizo y por pindongo,
a la propia niña de sus ojos.
Estará ocioso y desmoralizado.

Ese viejo Monsiú Alers sí que asqueó
a Pablo Liciaga, de Vizcaya,
al profesor Larrache, a Don Lino Guzmán,
al monte, ruralesco y escolar, de Guajataca,
al escribiente Arteaga, de aquellos
López y Pumar venezolanos,
a la vieja Lalita en Mirabales,
a ese jíbaro campo de mil jaldas y barrancos.
Ese viejo puerco de las básculas y las yeguas
que son vírgenes de ojos grises
y niñas de los campos,
está en el odio de las turbas campesinas
y en la memoria gitana de los Flores Cachaco
y Esteves, caporal de Cecilio,
le escupe como al negro diablo
y los Rodríguez Cabrero lo desprecian
como a nadie.


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A Ramón Durand

… a Ramón Durand, quien fundó, en el 1835, el Cementerio
de los Coléricos, en la parte Oeste del Cementerio Viejo



Nunca ví a ese Durand,
al cura que sabía sobre la muerte,
al sacerdote compasivo del enfermo.
Yo en los curas no creo.

A ellos, quizás con excepción
del que mientan, Ramón del Ochocientos,
la muerte les da asco y los pone nerviosos
y, por ello, hablan en idiomas extraños.
Se le tuercen los labios y se le encrespa el pelo.

La muerte sobre la que hablan escupe
sobre el pobre, aleja a los mendigos.
Su Muerte no dialoga, es absoluta,
demasiada santa y se da el poder
que tiene a soberanos, a sus gendarmes,
se desliga del tiempo y las instancias
de la calle y de las horas, una muerte es
sin Alguien Cotidiano, sin un sepulturero
de mi estirpe: Yo soy Juanito Pana,
en materias de sepelios, el Maestro.

El sacerdote reza algunas jeringonzas.
Le pagas su latín, su ofrenda, sus misas
de post mortem, pero él no te entrega
el respeto que yo entrego.
Al Estado, al Monarca, a los Papados,
los llamaron en antaño, cuando fueron
tiempos del presbítero Durand,
cura aparte de coléricos
y tiempos de Cabrero, el hacendado,
la soberanía indivisible,
el derecho absoluto, lo acabado
y perfecto; pero la muerte en persona
me lo dijo:
¡Me valen ocho cuartos,
me cago en todos ellos!


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La muerte mandó un destrozo

En 1851, una descarga eléctrica causó serios destrozos
en la Iglesia, la imagen del Santo Patrón San Sebastián
Mártir, quedó destruída: Andrés Méndez Liciaga, Boceto

Yo conozco la muerte a la que llaman
la Viajera Oscura, no me engañan.
Conozco la noche en que aparece,
el rayo que la exalta, la descarga
que produce, la luz que tarde se asoma…

Esos que discursan acerca
de las muertes mentirosas
mientras comen opíparamente
en mansiones, en haciendas, en casinos,
de la Muerte verdadera que manda
la centella y destruye sus templos,
nada saben, nada. Nada.

Sin embargo, la Muerte conmigo se sincera
y me dijo: Yo tiré el Patrón Santo del nicho,
lo hice pedazos,
quemados maderos,
caspucias de porcelana;
yo con actos como ésos me río,
yo eché la descarga sobre el templo
e inundé la Casa del Rey, a pocos días
de agosto de 1839, cuando dijeron
los absolutistas, con orgullo, la fundamos.

Tengo seis mil años de extensión.
Gaspaleo con las miserias por entorno.
Bebo sangre de fértiles valles.
Lo pruebo todo, con agua y fuego.
Me asedenté en el polvo.
Maldigo lo que a mi paso dejo.

No soy yo quien reciclo los mitos.
Son quienes convocan mi huyilanga.
Gritan: «¡Véte, no vuelvas!»

Entonces soy su Desprecio.
Fundan la muerte falsa, o la amenaza
de su esencia y sus símbolos.
La Gran Menospreciada.

A mí la muerte me dice muchas cosas
que no están en el Boceto.


3-5-2002


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Deudores y culpables

La conciencia habla siempre de una deuda
(Schuld, culpa)... Ser deudor (Schuldigsein)
tiene luego la significación ulterior de ser
deudor (culpable) de vale decir ser causa
o causante de algo o también ser motivo de algo:

Martin Heidegger

... Aquí no ha ocurrido nada.
El acta que lo dice escrita está
por el Cura Hilarión A. Gallardo
con la familia Arteaga López por testigos.
El pueblo está feliz como pichones.

El campanario dio su tañido de paz,
paz al fin después del Grito.
La culpa está en la pausa del olvido.
La deuda se canjeó por el cuidado.
¡Vengan, sin temor, parroquianos!
dicen el Escribiente y el párroco:
¡Amén! Est consumatum!

El esclavo va al trabajo de la hacienda
como siempre; el sol temprano madruga
y temprano se pone; pero es la noche
quien despide al obreraje y lo convoca
al contento de la cena y el reposo.

En la Cárcel de Aguadilla está el delito.
Se alojó, entre duras rejas,
la sinrazón y la algazara.
Este será el tesoro soterrado
al que carcome el frío, el olvido.
La muerte.

Haremos, empero, una misa
por los muertos y Baldrich en Mayagüez
prometió la amnistía de las Cortes
a reos que se acojan al perdón
y con humildad de súbditos
a la gracia real y al borbonismo.
Aún mustios, en tirria, desmoralizados,
serán libres, sin deudas, sin angustia...

¡Agradecedlo a Dios, que es generoso,
y al Justo y al Consolador, sea El quien
perdone la riña entre hacendados y banqueros,
rebeliones del esclavo contra el amo,
maldiciones que ustedes, pueblo ingrato,
echaron contra el Gobernador Norzagaray
por hacer migas con miñones de Los Vélez
y herejéticas voces de la cepa
de los Güemes, Prat-Ayats
y Coll-Britapaja, Aliceas,
Manuel Rojas y De León, venezolanos.
Dios los perdona desde el gobierno
de Lemery y Cotoner,
de Gamir y de Messina,
de Marchessi y Julián J. Pavía,
sí que los ha venido perdonando
porque vosotros habéis sido bravucones,
amigos de reyertas silenciosas,
sí que os habéis confabulado.
Dios los perdona y no se lo merecen
y por eso Dios ha hablado por la boca
de la Iglesia y varias veces dio señal
con el rayo: El Porvenir del ateo
y el forajido ha de ponerse
eternamente en calabozo!

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Clamores de Joaquín Sosías

Comprender el clamor es elegir no la conciencia,
que en cuanto tal no puede ser elegida. Se elige
el tener conciencia, en cuanto ser libre para el
más propio ser deudor: Martin Heidegger

El héroe de la mañana, después del cuartelazo,
es del barrio Piedras Blancas.
Joaquín Sosías es su nombre.
Dádle las gracias, pueblo, colmillú y garatero.
Sosías abrió el proyecto de templanza,
ser de la posibilidad, con lo que hizo.

Orondo y ancho, está en la calle
aunque a ratos parece compungido.
Y espera el mismo abrazo que les dieran
Perochena y Juliá, Castañer y Serrano.
El gritó: ¡Viene la plebe armada!
con machetes y garrotes a matarlos,
van a tomar la Iglesia y Alcaldia
como en Lares y poner a Ramírez,
su gobernador y a síndicos menores!

El corrió por montes hasta el Pueblo.
Vio a la plebe de Lares pasar por el fundo
de Cecilio (Echeandía) y avanzar
por Cidral y Piedras Blancas
y a Casto Santiago, el vecino de Pozas,
lo observó machete en mano,
y a Venancio Román, jactándose
de bravo, «No estoy juyendo,
no, la Patria me ha llamado».

El vio a Primo Chiquito agigantado;
el vio al Comandante Miguel de San Antonio
y al sargento Elías Suárez a su lado,
y repitió, vienen, vienen,
(por la Calle Comercio,
donde está la escuelita de Larrache).

Van a entrar y son muchos,
tengan cuidado,
que las mujeres no salgan de las casas,
que los niños estén a buen resguardo,
que vigilen las mulas y protejan
caballos del establo, los Cabrero.


En un trapo que ya el viento revolcó
por la calle aún dice: ¡Viva la patria libre!
¡Viva Puerto Rico, viva Pepino sin esclavos!

Los galopes de la gendarmería
salpican en las charcas, van por ellos.
Los coquíes sus cantares de croa
ya pausaron, en medio de la niebla
y el barrujo, al insurrecto se caza
como a moscas y los alzados huyen,
o se entregan al fin, pero clamando:
¡Hemos sido traicionados,
nos jodieron, carajo!


Tú hicíste bien, Joaquín.
A quien por sufrir deja la vida
en los enojos, vida por sufrir
deja a la muerte.
¡Que Dios, si se hallaren
los muertos en la Plaza,
o heridos en los campos,
los consuele y no se pague a sus viudas
con rencores ni a sus hijos con escarnio!

A San Antonix, Pax de Dimoni.
Tú eres un héroe y así dijo Chiesa Doria
en la Alcaldía y así lo informaré
al alcade Balbuena y el Coronel Gamir
que han pedido mis datos.
A nuevos hechos, nuevos consejos,
Sosías, no te avergüences ahora
que a su tiempo las brevas maduran
y sale el Sol y Dios escucha todo...

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La pobreza del pueblo


... en el segundo piso, al amparo de la Real Cédula de Gracias de 1815, una nueva oleada compuesta por corsos, mallorquines y catalanes, produjeron una cultura señorial y extranjerizante... para ser elector en aquel tiempo había que ser propietario, además saber leer y escribir, ¿y cuántos puertorriqueños negros o pobres podían satisfacer esos requisitos?: Dr. José Emilio González


En bohíos como agregado vive
el pobre y las heces fecales navegan
por los ríos y la letrina es un ritual
odiosamente cotidiano y tan ingrato,
y las voces que gritan ¡hagamos
acueductos, vacunemos! las ignoran
porque no votan ni escriben
¡ellos, tristes de la gleba!
No son nadie, valepocos.
No son emprendedores,
propietarios.

Quien valga que se agencie
capitales, tenga tierra,
tenga esclavos.

En vano habló sobre dar zapato al pobre
y lavarse las manos y hacer escuelas
la fingida Marquesa de los Vélez,
la Orejita de Prat, Josefa Priego
y Vélez-Cadafalch, la cortesana
y con homes de confiança e diputats a corts
per Puerto Rico y Tarragona estuvo
hablando sobre la falta d' ajuda i de recursos
y del Mirabales, en el sur, y casi despoblado
¡ay, tierra con viejos marqueses Mirabales
y Güemes con cepa de virreyes mexicanos!

En vano se dio queja
a Juan Prim, Conde de Reus,
y se dijo a La Pezuela de la morbo;
en vano dijeron a Perea,
funcionario de los tiempos de ese monstruo,
Taberner y Norzargaray, el vasco,
¡haz algo por Pepino, sicotudo!
¡mira que hay miñones
entre los Vélez y consell de riepto
y por causa de viruelas, balazos!

¡Pues nada hicieron!
Evaristo Vélez Vélez entró
en el juego y callaba.
Entretanto, crece, entre abusos
y hambre, mucho odio y el déspota de turno
mata más que la cólera del siglo.

Cotoner dictó la expulsión de Julián Blanco.
Alejandro Tapia al fin fue perdonado,
pero el esclavismo quedó en pie
y las deudas y la exacción
y el conformismo.

Con Juan de la Pezuela
se blanqueaba Pepino, se iban del fundo
de barrios, el negro de libreta, se mudaban
por miseria y desempleo al Hoyo Mulas,
para entrar a la zafra
de Arzuaga y Lorenzo Vizcarrondo,
de Michicote e Izaguirre,
Chevremont y Colorado.

La atención del poderoso está
en las batallas de Magenta y Solferino,
en las tropas francesas en Génova
que golpean al austríaco.
La atención se enfoca en la Reina Victoria
de Inglaterra, en Napoleón III
y el fin de la Guerra de Crimea.

Y los ricos se van a Nueva Orleans
y compran telas y perfumes
y mandan a sus hijos a Barcelona.
Van a tener su clase intermediaria,
burócratas criollos, médicos, abogados
y Juan Hernández Arvizu es el señor
del Gran Proyecto, pero, por de pronto,
a todo dice: ¡Nadie me dijo!
No sé nada, no molesten que soy
asesor jurídico del Rey,
fiscal, Gobernador
y Diputado.

Tú no cuentas, pueblaco de bohíos.
Tus calles y caminos huelen
a mierdaza de caballo;
tú no cuentas, Pepino urbano,
tu único atractivo es la hacienda rica,
el peón fiel y la casa del amo.

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Tareas de quienes giran la rueda del Destino

«Yo he venido a peleal. No he venido a juyil.
¡Viva la libertad de Puerto Rico!»:

Venancio Román, patriota pepiniano,
ultimado a balazos en la Revolución de 1868

Para que se vea la libertad
en ese pequeño espacio de mis montes,
apóstoles les llamó el Tzadik
y Anciano de los Tiempos.
Justo Méndez, ve y prepara ruptura
en los collados del conforme.
Aurelio, elabora el memorial del Giro.
Echen el Grito a andar
porque el Poder de Ser pide
señales y el pueblo duerme.

Francisco Méndez, José Tirado,
Saavedra Nieves, Casto Santiago,
hermanos Font, agiten a los cabizcaídos
(que libertad sea el mensaje).
Pepino baila el cucuyé con menosprecio
y Lares juega el cuculí con los tahures.

Sin la ambición del Nuevo Hombre,
libre de cadenas, mi amor no es verdadero.
Hay que Girar la Rueda, patear
los culebrones, hay que hacer balas
de corazón heroico porque no hay
ambición y sobra el cuero duro.

Vayan a detener la usura y digan
a los negros que son libres,
a los bordoneros en los municipios
que son unas botellas y unos badulaques.

Que con rayos caigan torres y presidios.
Que con lágrimas se arrepientan
quienes son mercenarios; con estallidos
de júbilos saluden a Betances,
clamen por Baldorioty y Francisco Ramírez.

Venga la llama divina de la libertad,
deshagan la torre del error y la apatía,
la opresión cristalizada, sorprendan
a esos egos de avaricia, fin a la desigualdad
que lastima, persigue y troncha el cambio.

El Tzadik de Arriba da la rueda subversiva
y en manos de los hijos obedientes
la fuerza, el giro. Tu sangre es necesaria,
Venancio Santiago, valiente entre valientes;
tu sacrificio, Ana Martínez, útero fértil
de revolucionarios. Tu dirección
es imprescindible, Pancho Méndez.
Prepara las municiones del amor con plata.
Tirado Extremera. Hoy balas son como voces.
Gira duro que con ruleta cósmica
bendigo y les preparo la honra
del Porvenir, con recompensa
en el Olam haBá.

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Bendición a Don Aurelio Méndez Martínez

«Las asechanzas del enemigo, las persecuciones gubernamentales, el odio africano que le tenían los que jamás lograron abatir su espíritu, lo hicieron abandonar, con su familia, el solar patrio, para refugiarse en tierra dominicana»: Andrés Méndez Liciaga, 1924


Para la libertad fue hecho
tu kelim, el vaso santo de tu arcilla,
tu carne que tenía luz de quienes
fundan naciones.

Con Abraham marchaste,
combatiendo a los que quitan
el valor de Alma y la vuelven
un conato recurrente de finitud
y cobardía, una insatisfecha
pena en la miseria.

Y tú que soñabas con el alcoiris,
con el alma gigante del cielo
sobre Borinquén, con el pacto
de una patria redimida.

Gritos de Joaquín Sosías
echaron todo abajo: «¡Nos matan!»
como si se tratara de asesinos.

Don Aurelio, desde entonces,
no se entendió tu lucha,
el símbolo de tu ministerio
en la República de Lares.

... el que no baja la cabeza
ante los ventorrilleros coloniales eres;
quien pide el fin de la esclavitud
y el trato justo del obrero, padre
tienes en Abraham, padre secreto.

El exilado a tierras dominicana,
ánimo y camino, que raíz de bondad,
llevas contigo, eres y te ha de llorar
Pepino y Lares, porque la bandera
de emancipación es tu alma.

Versión

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Los años venideros del post-Grito


Toda historiografía cuenta lo venidero (Kommnde) a partir de la imagen determinada por el presente. La historiografía es la constante destrucción del advenir (Zukuntf) y de la referencia histórica hacia el advenimiento del destino... La historicidad comprende al Dasein sido ahí en su posibilidad propia sida: Martin Heidegger


Separado ya fue el grano de la paja.
¡Ahora sí que se ha largado el negrerío!
En tus montes permanecen tan ufanos
los señores del café, Font y Echeandía,
Orfila y Mercadal, Laurnaga, Jaunarena,
Cabrero, Domenech, Hernández,
Pons, García-Mantilla, Serrano.

Luis Pratts tiene en Perchas, su poquito,
Evaristo Echevarría, en Saltos,
Braulio Caballero, en Calabazas,
Juan Bautista Medina, en Piedras Blancas.
En El Guayabal, hay vestigios de Rabell
y de Cabreros y, en Guatemala,
de Domingo y Bautista Serrano.
Cecilio y Getulio Echeandía,
son ricos en Bahomamey y Magos.
López Oronoz en Perchas siembran
y los Rodón y Luiggi,
del nuevo Mirabales, son amos.

¡Esto no basta! El histórico Pepino
destruye el advenir, el Grito ha repujado
por renacer y dar más gritos
y el parto es duro, sangriento,
pide años a partir de lo sido.

José Laureano Sánz, émulo
de Pavía Lacy, sofocador del Grito,
ha vuelto y ha dicho al niño de tus siglos,
madura ya, pichón de pueblo;
a las perratas de ayer, pónles olvido.
La ira de '68 a nada os conduce,
Pepino, y no habéis logrado nada,
ví en cárceles vuestro dolor amargo
y seguís tonto y terco y pobre...

Los marqueses vienen y van
de Fortaleza y todos traen retazos
de compontes y la pregunta subsiste:
¿Qué queréis de España, Vuestra Madre,
cómo complaceros, si sóis infieles,
anárquicos, ignorantes, caprichosos?

Estuvo aquí el Conde de Caspe
y el Marqués de Irún, pero ninguno
tan mezquino y tal por cual
como Palacios González.
¡Aquel Romualdo criminal
del Año Terrible del Componte!

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Un casino

Una cosa nos falta, Gobernador.
Un casino, una sociedad que hable
dulcemente sobre España y nos reúna,
lugar donde usted venga
y vea que no hay pueblo en la Tierra
más hermoso que el que tiene al Culebrinas
por simiente y en el Cerro El Sombrero,
su corona. Venga y vea qué sereno
es el Lago Guajataca, pero cómo
salta el agua su torrente
por las peñas de Robles.

Cuando vea usted a nuestras niñas
tan hermosas, pensará que ha visitado
el paraíso en nuestros lares
y ellas son ninfas del Helicón
o el Edén o el Lugar Santo.

¡Son mujeres tan dulces, ariscas,
poderosas y gráciles,
lindas como gallegas,
sangre goda, cantábrica,
pulcras como espuma del Mediterráneo
o cimas de los Pirineos,
lindas de piel y forma,
lo más amado,
el orgullo!

Y es que a nadie que no merezca
las diosas de la tierra damos
a casar niñas con tal belleza
y estirpe del campo.

Epica

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Las criollas hermosas

¡Qué mirada tan profunda tuvo Elvira,
hija de Don Andrés Cabrero, el ex-Alcalde!
... con la cepa de Rabell,
la emparentamos...

¡Cuán hermosa la hija de Don Primo,
el colmilludo Caballero español,
graduado en Leyes en Compostela
y Barcelona, a Marimar
la hicimos Reina de Carnaval,
Parecía un ángel.

... si el tiempo pudiera detenerse
con qué gusto iría yo a mirar
por un minuto al menos
las siluetas de Dominga adolescente
y de Eulalia Prat, con veinte años entonces,
las dos mirabaleñas, hermanas adorables
como toda su simiente trágica y rebelde.

Vería de hito en hito, si pudiera,
ojos azules, intensos, seductores,
como sí tuvieron ellas,
reinas de sus propios montes y alboradas.

Espiaría cuando se bañaran
ocultas entre el espeso matorral del río
y al saberlas en cueras bajo el chorro
el hechizo es erótico y lascivo;
aunque a la par se rememore
a indias inocentes del pasado...

... si le contara a usted acerca de todas
las hembras que ha dañado el egoísmo
con violencia, la perversa lujuria
y el dinero, si le contara a usted...

... sobre la más linda de las hijas de Cecilio,
que se llamó Marcianita, la doctora,
la química que combatiera la polio
con sus experimentos.

¡Marcianita Echeandía, cautivó a todos
con la flor de su hermosura, elegante
en el dolor, la rebeldía, quedó
en el abandono, ajena y alienada
ya de sus días de genio.

¡Y murió a tan breve años del regreso
a Puerto Rico! New York
¡fue la tierra de su exilio!

Hermosa y elegante la cepa de los Francos,
las Bottari, Esteves, Ballester, Beltrán,
Laurnaga, Cancio, López Oronoz,
Ortices y Vélez-Latorre, todas ellas.
Las García Yparraguirre
eran hermosas y las Mantillas y Sifre...

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Los burlones postmodernos

Lo postmoderno es muchas veces elusión
y fuga de la tarea, más actual que nunca,
de una modernidad sin realizar:
Paolo Flores de Arcais

No permitas que reemplacen
con mero simulacro y gesto retorcido
tu subsuelo emocional, viejo mío,
tu etnia profunda, niño del milenio.

Sé moderno, pero no aplaudas
ni a la bestia roja ni al jacobinismo.
Acuérdate de todo lo que te dijo
el Dr. Franco; ambas sangran
tu paso pindonguero, el tumbao
de tu alma de mozuelo perezoso
y te recluyen en dogma esclavizante.
¡Pero tampoco digas SI
al que escarnece, al que con odio
te mantuvo de rodillas y en desprecio!

Ayer dijíste sí, SI de silencio,
al Duque de Angulema
y al Cura del Tamajón
y te impusieron a Fernando VII
y sus gobernadores, chupasangres e impíos.

Te sumieron en absolutismo
con el signo del católico despótico,
y lo has pagado, Pepino, y fabricaste
al que te niega misa y a las niñas
de tu pueblo las sienta en sus rodillas
y siendo cura, peca con ellas,
seduce, Padre Aponte.

Con mano dura y oídos sordos
te dio largas o azotes González de Linares
y Miguel de la Torre; omnímodos
han sido con golpes a tus riñones
y te han dejado en hambre,
con la epidemia por camastro
en chozas del arrimo.

Se han burlado de tu carne, pueblo terco,
alcaldes como La Xara y los Del Río,
Luis Chiesa, Oronoz y Echeandía.
Tu advenir detuvieron
los que han ido a Fortaleza
y ante Sánz y Possé, conspiran
su ejemplar mátalas callando.

Al Dr. Gómez Cuevas lo alojaron
con grilletes en presidio.
Baldorioty ha sido difamado como nadie.
Con Hostos se han limpiado sus traseros.
A Ruiz Belvis lo mataron en la sombra.

Ayer dijiste SI, con los Orfila,
fieles somos, España, inmigrantes
de cédula y edicto, leales, agradecidos,
tú, eres la Mano protectora, Palacios,
SI, tú eres sustento, Marchessi-Oleaga.

Al exaltado que es masón siquitrillado
o lector de Rousseau, Proudhon,
o Pi i Margall o Salmerón, lo despreciamos,
Que no lean es preferible a la herejía.
Cállate, Lala, rabiza, vieja puta
de los Prat-Vélez, con cepa de miñones.
Que se mueran en alcohol
y bohemia y opio, fantasiando
es preferible, Forest, Pancho Méndez,
antes que Tories ingleses
sean sus aliados o que leventen el machete
y nos agredan, muertos de hambre,
malahierba, cardos borriqueros, malnacidos,
vayan al trabajo, sean más hombres
pues Gamir, Castellón y San Antonio
les tienen sentenciados.

Del que profesa en Pepino la idea
que no haya Rey ni esclavos ni señores,
nada queremos, dijíste, con boca
de Laurnaga, Mercadal y Jaunarena.
Gritaste en casinos y en balcones:
abajo sea el Constitucionalismo radical...
tú lo gritaste, cercaste con muros tu casa,
cerraste puertas y ventanas a los pobres.

Se han burlado de tus peones desde entonces
(¡Pepino de turbas en el desencanto,
tú lo sabes, Pepino de Carmelo Cruz,
tú, tras tu muerte a tiros, te llevaste el secreto
de la Espada Blanca y los que te escarnecen!)
la cepa de Irigoyen, Oronoces, Zarrateas,
Mantilla, Feliú, Cebolleros, Arocena,
Sagardía, Juliá-Fabré y Arvizu.

Han aplicado corsettes y con astillas
debajo de las uñas, con torturas
extrajeron el llanto del valiente.
Han convertido a héroes en traidores.

Arrastrado va Lino Guzmán por el camino,
amarrado de una yegua de los gringos,
Arocena y sus secuaces, bien lo sabes,
han estado escupiendo al campesino.
Han quemado con piedras
de la hoguera tus manos, han vuelto
a reditar el carimbo
y por eso tu maldición
contra esos nombres de exaltados,
republicanos de hueso colorado:
Ruiz Zorrilla, Romero Ortiz,
Rafael de Riego, Valero Bernabé,
Betances, Gómez Cuevas, Arrillaga,
Moreno, Babilonia, Cabán Rosa,
Bascarán, De Diego...

... por eso eliges la niña y las mujeres
de estos déspotas y violas e igualmente maldices
y no termina de quererte tu Viejo Victimario.

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Fragmentación de la vida pueblerina

... el postestructuralismo y la posmodernidad
no son otra cosa que simple decadentismo,
abandono de la racionalidad, de la comunicación
y, aún de la misma idea del hombre... Carentes
de toda relación en el tiempo, parece que la
fragmentación esquizofrénica se adapta
como ruptura en la cadena significante
como estética fundamental: Jacques Lacan


No quiero que te hieran nunca más,
árbol de Magos, no quiero sangre
en culebrinas ni el Guacio,
no quiero tu savia derramada
en espacios de superficies, raseros
de lo práctico-inerte, antifinalizado;
amo tu geografía, pequeño mío,
tu etnia y sus conjuros,
pero te quiero Pueblo,
joven y maduro,
medio antiguo y sabio.

Por eso me han dolido tres años
de carlismo en Cataluña y la sangre
que viene y va, la parentela ida,
que aprendió a olvidarte
o secó con la muerte y el conflicto sucio
las memorias de monarcas
y generales matarifes y canallas.

La vieja Lala que contara
sobre ese subsuelo emocional
de su relato, duele, duele todavía
y el Conde de Mirasol en Fortaleza,
es cómplice, justifica esa lucha
que perpetúa lo ingrato,
Rafael Aristegui y Vélez
y Juan de la Pezuela, la libreta jornalera
y el carlismo, son la España loca,
esquizofrenia que subvierte
el advenir de la razón y lo justo.

Por el pronunciamiento de Martínez Campos
comienza la tercera locura de la sangre,
llegan los Maury al Pepino,
huyen de la rama isabelina,
dejan la Barcelona adorada de sus días,
su mundo, sus tierras, sus comercios.
Alfonso II, borbón, el restaurado, miente.
En todo ve al anarquismo furibundo,
tu Mano Negra, Pueblo,
tu obrero descontento,
tu justicia que no llega
ni a la España campesina
ni a tus varones perdidos del Caribe.

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El 1898 y la invasión

De Guánica al Guacio y de Asomante
a Fajardo, lavaré las pisadas de la gendarmería;
al Gobierno de Macías diré: «Véte» y te pondré
en soledad de ermitaño, pequeño pez,
para que comprendas de donde viene la Soberanía
y Quien inventa Libertad para los peces
en las aguas y de su reproductividad
hace alimento para el Alma...
al que maldiga las aguas lo enfrentaré
al leviatán, el Viento vendrá de San Ciríaco
y el torrente que reprende desde mi propia boca.

Al sedicioso, llámese Bascarán el Jediondo
o Avelino el honorable corajudo, llámese Cabán Rosa,
Rosendo, Joaquín, Fillo o José Benigno,
digo: Detengan todo. Con sangre no manches
tu mano; Yo pondré los muertos.
Agua y viento extermino, con tierra y fuego.
Con la riqueza de rico, miseria hago;
al orgullo del pez grande, humillo.
Con el dolor del pobre, forjo obediencia
y doblo al que me servirá
como Gran Pez auténtico.

Y ésta es mi profecía del acabose en 1899
según la testifica San Ciríaco, mi adnato:
«Ninguno dirá que del dulzor de la caña vivirá.
A los cañaverales sumergiré en barro y roca
y desgreñaré las guajanas [y aún los cafetos]
para que coman los buitres; al que se jacta,
al decir 'aquí lucro', invertiré su palabra,
«aquí pierdo; con agua maldita,
me trago la esperanza».


Con pérdida canjearán el antiguo peso
aquellos que se dijeron almacenistas
y con la moneda escondieron justicia del pobre
antes que llegaran en el USS Massachussetts
los piratas y Eugenio Montero dijera:
«Me rindo» y Muñoz Rivera, advirtiera
«Ahora soy yo el Bizco que tiene la luz;
el Mudo que tiene el liderazgo».


Como Puerto Pobre te conocerá
John Brooke, primero de tus piratas militares
y tú le crearás: «Nuestro cuerpo es pequeño,
cansado está y envejecido en las aguas,
no pescaste por la boca, porque estamos
hambrientos; no podemos hablar
porque aguas y huracanes se llevaron
todo lo valioso; monstruos de la Mar
saquearon nuestros tesoros
y somos el más pobre de los Puertos».

Al que diga: «Con sangre y fuego haré
resistencia»
le daré más de 3,000 muertos
que sepultar, porque en sus propios lechos
les sorprenderá inundación y los ríos se llevarán
sus cuerpos y desde las ventanas y techos brincarán
a la muerte porque no habrá escapada;
del Agua del Padre, nadie huirá en los días
de Num; del Viento del Padre no huye
el que maldice su garganta azul
en el Año Nuevo de los Arboles...

Y el creador de los Cuatro Elementos,
dijo: «Escucha, pez pequeño,
más muertos que los que España originara
y Sampson llevarse quiso en bombardeo,
mi aliento produce cuando soy el Viento.
Mi cuerpo amarillo de Agua es sepultura
para todo aquel que quiero,
porque la ruptura soy de todo vaso
y todo pueblo. La restauración soy
del Kelit, pero a quien no espera y calla;
doblego; el que gira la Ruedas de los Destinos,
con cuatro elementos sorprende a quienes duermen:
el Aire, la Tierra, el Agua y el Fuego».


09-12-1996 / Epica

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A Rafael Mayol Navas / Rafa Teví

A Rafa y a su hermano Antonio, ambos ya fallecidos

Un día te ví agravado en tal silencio,
cuando más necesitaba de tu voz y tu relato,
que te acusé, viejo Don Rafa.
Chotié tu ombligo hondo, inmenso, profundo.
Divertidamente me burlé de tu panza.
A medias verijas usaste tus calzones,
a media nalga, de tu narria silueta, gordiflona,
llevaste el secreto a tus espaldas.

Sí, al fin te ví y me llené de tu miedo,
¡por tu origen, tus palabras,
mallorquinamente descaradas!
Agarraste las piedras del camino,
guijarros que a tu paso estaban
y me lanzaste el desprecio de tu estirpe.
Me apedreaste.

Te vengaste de repente.
Me díste todo, cada verbo
paranoicamente provocado
y confesado con insultos
sucios, execrables, canallescos,
tus ruidosas rabietas,
tus pedradas.

Siempre gozaban de tí, con algazara,
los vecinos de la calle, tus amigos,
aún los buenos que llegaban a tu casa.
Rafa te ví, te gritaban, un poco
para quererte, adivinarte, descubrirte,
aunque tú te enojaras,
te escondieras como niño temeroso
o corrieras, agresivo y descocado,
a esa plebe tan traviesa,
tu gente novelera de la Plaza.

Tú nacíste arrojado, caído,
accidentado; cayó tu madre María Luisa
aquella noche que las partidas del '98
atacaron tu casa.

Te bajaron por una escalera
protectora del traspatio, a toda prisa,
se quemaba tu casa. ¡Se quemaba!
Ella estaba contigo pero tú...
dentro de su vientre todavía,
indefenso, sintiendo el siglo
desde lo oscuro del alma.

¡Rafa, te queman, vimos
quemarse tu casa!


Navegabas en placenta, Rafaelito,
y la hermosura de tu madre,
atribulada, a reventar por aquel grito:
Vienen a quemaros, María Navas,
las partidas que violan a mujeres,
los alzados, tiznaos y comevacas.

Y nacíste prematuro, quejica bueno,
noble Rafa, sin culpa, casi boscuno,
a flor del frío, brisa de la madrugada.
El monte te escondió por varios días
y tu padre lo supo:
¡Nos quemaron la casa!

Fue tu padre Juan Mayol Castañer,
gran propietario, asociado a las familias
de abolengo: a Castañer, a los Márquez,
a Rita Navas, al doctor Navas Fraille,
a Isabel Angela,
cepas de Iriarte y Echeandía,
cepa peninsular y hacendataria.

¡Rafaelito, ese año metido está
en tu alma! Aún no desaparece.
Has crecido, te has vuelto viejo
delante de mil ojos y otras generaciones
y el advenir roto, traumante, se ha quedado.
¡Cómo pulsa por salir de ese ombligote!

¡Tienes la tristeza y rabieta de los tuyos,
apenas en asomo, en porvenir en flote!
¡Eres espejo oblicuo de los viejos días,
eres folclor que grita sus clamores!


NOTA: Contrario a otras familias vinculadas a los Mayol, como los Iriarte Echenique y Castañer, la familia Mayol-Navas, Don Juan y su esposa María Luisa Navas Iriarte, permanecieron en Pepino, a pesar de la quema de su casa en el sector urbano. Ellos prosperaron con trabajo honesto en el comercio. Don Guillermo Mayol Castañer, mencionado en una décima de castigo de las Partidas Sediciosas en 1898, sufrió la quema de su residencia, y se casó el 26 de octubre de 1896 con Rita A. Navas Iriarte, hija del Dr. Antonio Navas Fraille. Su hermana María Luisa Navas Iriarte, casada a los 21 años con Juan Mayol, el 16 de marzo de 1890, permaneció en Pepino, con sus dos hijos, Rafael (n. 1898) y Antonio Mayol (n. 1895). Este último fue comerciante, líder cívico, fundador y asambleísta del Partido Popular Demócratico en Pepino y, desde siempre, persona muy querida en el Pueblo, como su hermano cariñosamente recordado por «Rafa Te Ví», por su curiosa reacción paranoica al oír ser llamado de este modo. Por la caída de su madre, desde la escalera, nació prematuramente con algún trauma. Una descendiente de la familia de Antonio, María Mayol, fue una de las primeras mujeres pepinianas en ocupar un cargo público, al ser electa por el Partido Liberal, el 8 de noviembre de 1932, como asambleísta municipal en la administración alcaldicia de Manuel Méndez Liciaga.


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La restauración en Guayabal

«... tuvieron que refugiarse en la iglesia, en la plaza y patios en cuyos sitios pasaron todaaquella noche de infortunios y amarguras: 31 de marzo de 1906»: Andrés Méndez Liciaga, en: Boceto histórico


Quien gira la Rueda de los Destinos
para los ciclos mayores, Quien dice
que los eventos al azar no son tales,
Quien a la justicia cósmica no designa La Ciega,
profecía da para tí, Guayabal, desde el fuego
y el pabilo de la Vela Caída en la casa de Mariana.

Con encuentros inesperados de la Luz,
reversión trae, brechas abre cuando a las chozas
de los pobres desmantela, sesenta y dos veces
dice: Para que cambies, para que medites,
para que sea nuevo tu corazón y dura cerviz,
tiro la vela, quemo las cortinas, descorro
el velo con fuego destructor.

Se afanarán tus vecinos. A lágrima viva
y en pánico, temblarán tus pobres
y su llanto a misericordia llamará.
Fuego hoy los convoca, pueblo mío.

Quien sopla el Gran Viento, anciano
es y lo ha visto. En la casa de Mariana Rubio,
su rostro es tristeza y su labio es rezo.
Para que los alzaos se vuelvan mansos,
la Vela cayó. El odioso que venza su rencor
porque la rueda gira y auxilio de amor
pondrá en muchas manos; que el grupo vaya
y cargue el agua.
Que en tinajas no ponga amargura.

Vayan a la charcas y picos y palas extraigan
de sus escondites, porque los escombros
tendrán que desbrujarse para que el pueblo
sea nuevo, desde su ontológico cimiento.
Que ninguno diga en Guayabal,
«uno soy sin otro, nada debo;
yo soy mi propio vecino
y mi barriada son cabezas de mi ego».

El que sepa tirar techos y navegar
en brasas, abra su alma como una cascada,
derrame su agua dulce y mire si alguien muere
o ha sido lastimado en esta hoguera.
Dejen atrás los andrajos del bohío.
Que los colochos y los tiliches
sean parte del olvido, y las bravatas
del rico contra el pobre y del pobre
que echa chufas al rico, que cese,
porque el orgullo ha sido grande
y la tacañería es un tojo
en el árbol sin alma.

Desde las 4:00 de la tarde, la Rueda
para muchos destinos colectivos gira
Quien a la justicia cósmica ha llamado el Fuego
y no, por accidente, cayó la vela
en la casa de Mariana. Quien ve y revierte,
quien oye y restaura, habita en Ijud,
donde el dos se hace uno
y la colectividad es Unificación.

Ahora se conocerán quienes sufren
y separados serán de los que se burlan
y se detendrá el compasivo delante
de los niños en la inopia y se dirá:
«Toma esta manta; cúbrete en la noche
porque la Iglesia está llena, vas a dormir
como los pordioseros en la esquina
y ni luna hay en el cielo que pueda consolarte».
Buscarán su cubujón por días.
De tripas harán corazón.
El viento esparcirá más tizne
que en las noches de las partidas comevacas
y los incendios en las haciendas
de Cheo Font y Jaunarena Azcue.

Vuelva al campo, el que sepa arar
y sacar viandas y frutos,
porque el hambre es espada
y el alimento ayuda a sus consuelos.
Deje la cara de amargura el que vio
las llamas y el semblante puso en luto
porque no es el final.

Es el comienzo de la restauración.
Quien tiró la Vela con aliento de Gran Viento
y giró la Rueda de su energía en cada
hombre, al organizador llamó...
A Narciso Rabell ha dicho: «Bendice»,
yo te elijo, no el Gobernador Hunt.
Quien sacude y calma, es quien
dice: «
De Sión del cielo necesita tu pueblo
y la Hija de Sión nace en el Alma»

cuando preparo el parto.


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Lamento de Moncho Lira

Hay una muerte que hipnotiza, mentirosa muerte,
y no es mía y no me representa. Ebriedad es,
sopor de un limbo innecesario. Esa muerte
no es mía porque yo soy un caminante
y ningún asco, como ella, objetiva ni sicológicamente,
me detendrá en el camino.

Yo sueño con amores inmortales,
transformado voy a ser en los mundos de dioses;
en bandas de continuidad hallaré mi espíritu,
en circuitos de siquismo puro me amaron
los que vieron mis lágrimas, el desdén de un Casino,
el menosprecio de una amante querida.

La muerte que me condena no cree en mí.
¡Pues malrrayo la parta, no es Vida!
Si ella me suplanta, no es mi gusto,
si me muestra dientes blancos y acaricia
con uñas largas, será un fantasma.
Un delirio. No será la muerte mía.

Maullará como las gatas en tejados.
Observará como una araña oscuro
que hizo telar en las casonas viejas.
Ciego seré para no verlas como vaya
entre las brumas de la Estigia.

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El Caballero Don Primo

Don Víctor Martínez y Martínez,
dicen que usted no quiso al Pueblo.
¡Que fue el jefe de la Plana Mayor
de Voluntarios, Teniente Coronel,
cuando quemaban, uña y mugre
del Fiscal de Andalucía,
Juan Hernández Arvizu.

Dicen que usted es
la Espada Blanca verdadera
de la que habló don Cheo Font
cuando enojado, que es usted
quien aquí manda, no Cabrero.
Que le rimaron en décima
su componte, diciendo que se vaya
o que lo matan, ¡sí, las Partidas!
La mano negri-blanca-roja
que a Jaunarena rancheara.

Dicen que usted aquí
decide quién se educa y se manda
a Madrid, o Barcelona, a Compostela
o París, según su gusto, dicen
que con Luis G. Soler, de Barcelona,
no hay quien pueda embarcarse
al Viejo Mundo si usted
no da el permiso, si no hay nota
suya para esos buques de la ida
como el Alfonso XII
o C. López y López
o el vapor Cataluña.

Usted tiene muchas tierras.
En Pepino es casi dueño de los bosques,
pero... yo no digo que usted es malo,
sólo explique, ¿por qué deja que vengan
Castañeres de Mallorca, por qué
deja que arriben catalanes
de la cepa de Amell, los Carbonel(l)es
que tanto daño hicieron
desde Aguadilla y Lares?

Usted sabe que José Castañer
casi nos quema el Pueblo,
es hombre terco,
como muchos mallorquines
del descaro que sólo quieren
dependientes de su sangre
y al pobre criollo lo asignan
a los cerdos y los cañaverales.

Epica

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Tu corazón generoso, don Primo

Yo le vengo a preguntar,
delante de su hijo, Don Primo,
abogado, por qué aún se dice aquí,
en pueblo y campo, que usted es malo,
si usted mandó por madera de su fundo
y junto a Rabell Rivas el Pueblo reconstruye,
usted regala materiales, sí,
y nosotros regalamos el trabajo.

Usted, pues, no es tan malo como dicen
y si vamos a ver, vamos parejos...
¡Queremos al mismo Pueblo
y lo soñamos otra vez como era antes
o aún mejor, larga su calle y parques
y jardines y hospitales y su iglesia
y su plaza con glorieta
y un casino; pero sin Casa del Rey
ni Ayuntamiento ni Corte!

NOTA: Víctor Martínez Martínez, propietario español, casado con Secundina González Gómez, poseyó haciendas y comercios en San Sebastián. Fue padre del Lcdo. Victor Primo Martínez González (n. el 9 de enero de 1873). Este último, uno de los fundadores del Partido Republicano local en 1900, junto con Agustín M. Font Feliú (alias Cheo Font). Víctor Primo se separó de ese partido y se hizo unionista y, más tarde, presidió el Comité Local del Partido Liberal, casi hasta su muerte. El poema está basado en un relato sobre la generosidad de la familia Martínez-González tras llamado el Fuego de Castañer que prácticamente destruyó el poblado urbano; testimonio ofrecido en 1977 por Pablo Arvelo Latorre (n. 1883), hijo del hacendado Juan Francisco Arvelo del barrio Pozas, de San Sebastián del Pepino... Tras el Fuego, José Castañer, de una prominente familia de Lares, y casado con la pepiniana Juana Josefa Font-Feliú, huyó a Cuba abandonando a su familia, un varón y dos niñas. Juana Josefa murió al poco tiempo.


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Don Victor Primo medita sobre Pepe

A Pepe me lo encuentro cada rato.
Cuando postulo en tribunales, o voy por rumbos
de Caparra a Puerta de Tierra. Desde 1908, él siempre
se queja de lo mismo: la prisa del Aguila del Norte
y sus halcones por devorar esta presa, flaca y mustia,
que somos, pueblo moquiento, que McKinley
si no hubiese sido asesinado habría comprado,
junto a Cuba, por menos de un par de millones.

Mira al pobre Pepe, tan patriotudo y da pena,
porque, no lleva un año como jefe de la Cámara
y la Cámara no tiene presupuesto y la Ley Foraker
no sirve ante la crisis y es el Gobernador quien puede,
al fin de cuentas, joder o desjodernos.

McKinley ofreció a España la compra de la isla
(que primero fuese Cuba, dijo y, más tarde,
Puerto Rico), pero, ¿qué hicimos en lugar
de organizarnos? abandonar al que piensa y combate,
inatentos a De Hostos, aquel sabio de Río Cañas
que nos habría organizado las escuelas
y universidades, los servicios de trenes y locomotoras
y las alianzas con el mundo antillano...
[pero, ¿qué hicimos, Pepe? desde que vino
el general George Davis, o el Secretario de la Guerra Elihu Root,
con la idea que somos tontos e incompetentes para darnos
gobierno y democracia y justicia... ¿qué hicimos?....
aislarlo, desmentir, entorpecer a Hostos, el mayagüezano,
y, sobre todo, congregar a cagatintas, periodiqueros malos,
míopes, bizcos, y aplaudirlos y santificarlos;
«¿qué hicimos, Pepe, cuando el Dr. Henry Carroll,
enviado a Puerto Rico desde Washington, sugirió
el anexionismo, incorporarse a la Unión como un remiendo?»]

... dimos vuelos a Barbosa, pedimos que el hijo de un albañil
acabe de desacreditarnos, como modelo de pueblo sumiso,
pazaguato, inconsecuente que cambia de amo.
Y él se inventó la ilusión republicana
(pero al estilo gringo) y usted, desoyendo a José Negrón Sanjurjo
y Manuel Fernández Juncos, por ser ellos amigos de Muñoz el Bizco,
peleándose dentro de la Unión por pendejadas
(porque de facto son dos autonomistas en la práctica,
dos caras coloniales del independentismo imposible).
In jure.

2.

«Yo se lo dije a usted, Don Pepe»,
cuando aún le tuve respeto: «yo no sé para quién
usted trabaja, el Partido Federal representa
a los hacendados azucareros, a quienes alguna vez
llamara usted los viejos opresores, dueños de los campos;
y mírese, los Federales son anexionistas
y a las nuevas corporaciones cañeras
y propulsoras de monocultivo, como abogado defiende.
No se queje. Vaya a la oficina de los Forakers
y exija el cambio.

Con el bizco y mudo del Zar de Barraquitas,
no cuente; va a seguir tomándose de moños
y rasgándose escotes como dos señoritas.
Déjelo a él, Pepito de Diego, en Washington,
leyendo a Víctor Hugo y a Gaspar Núñez de Arce.

3.

A Pepe me lo encuentro cada rato.
Cuando de San Juan me desplazo al Pepino,
puede que, al viajar, me detenga en el Parterre aguadillano
y lo vea triste, todavía pensado que Barbosa
es una excepción a la especie porque, según anhela usted,
el pueblo no quiere asimilarse y la americanización
es condena a la identidad de la cultura patria.

«Mira, Pepe, no odie tanto al hijo del albañil»
(para quien si los hacendados azucareros
son yankees, mejor serán que el borincano),
él se fue al Norte y se hizo médico; Muñoz el Bizco
anda en lo mismo, en Nueva York o en Washington
educa al hijo; un día sí que no habrá Crisis de Presupuestos.
Saldrá el dinero de hasta debajo de las piedras
(¿acaso no sale su salario aburguesado de la defensa
de las corporaciones y de los intereses privados
de los yankees?)... hay que aspirar a la modernidad,
fíjese que es la consigna favorita de los republicanos
(incluyendo al negro que le disgusta y que a las clases altas
pone nerviosas hace berrincheos).

Cierto. Con ella anda, con los ricos y elos lo medio-esconden:
abogados, médicos, ingenieros, banqueros, pero,
en campañas electorales, lo visten bien, lo sacan a paseo
y lo nombran el Doctor y asocian su anexionismo.

Discursan todos sobre lo Racional, Moderno, Progreso
y Democracia: no en balde, la negrada en Pepino lo endiosa.
Font de todos los colores, Alers, Esteves, Beníquez,
los Pesantes, los Padró, socialistas que fueron
alzaos con las Partidas del '98.

... ¡Qué paradoja, Pepe! usted Caballero de la Raza
y de la Lengua, usted sangre de Ateneo e Hispania
y en la colonia ex-hispana, el inglés oficializado
y este 4 de julio, el pudblo grita en marchas
porque el yankee asegura

que la isla completa es un establo de rocines,
no hay salud ni higiene y, aún en esta fecha de festines,
la bóñiga de caballo se barre de los atrios eclesiales
y por las calles del recorrido, la banda escolar
frente a la plaza, que aprendan a aplaudir los niños...

«Pepe, Pepito poeta de las Pomarrosas,
escriba sobre ésto: alza en los juegos de azar
y hay que suprimir de la consciencia el evangelismo
que los protestantes va fundando.
La nueva ley de divorcio sigue el paso
a tanto masón y espiritista que han aparecido desde 1900».

Lo que le voy a decir, especialmente,
después de San Ciríaco porque hizo más pobre al pobre,
es que si ya se han suspendido impuestos y deudas
de los antiguos ricos, no se queje. No hay dinero.
Hay una crisis fiscal y el dinero para pagar servicios
hay que ir a pedírselo a los americanos,
al Gobernador. Usted es el presidente de la Cámara
de los Diputados, con las manos atadas, deje el orgullo.
Todos ellos y usted son pordioseros,
mudos y escondidos y por eso le digo:
lo miro y me da pena, tan patriota y tan a merced
del enemigo, o sabe dios de qué carajo.

03-09-2005 / Versión

Nota: Este poema es sobre la ojeriza mutua que se tenían el poeta aguadillano José de Diego, presidente de la Cámara de Delegados en 1910, y el político y abogado pepiniano, Víctor Primo Martínez González, quien recibió el título de Caballero la Orden Isabel La Católica del gobierno de España. El poema gira sobre la Crisis del Presupuesto de 1910 y las opiniones que tenía Martínez sobre Luis Muñoz Rivera (ese mismo año, Comisionado Residente en Washington), el Dr. Jorge Celso Barbosa, padre del anexionismo y fundador del Partido Republicano. De Diego y Martínez coincidían en su menosprecio político por Barbosa, aunque este Partido recibía el apoyo de los Gobernadores y de las clases ricas y profesionales, en aquella época de miseria. Martínez se gozaba en poner los dedos en las llagas de los autonomistas, anexionista y los diferendos en el seno del Partido de La Unión, donde De Diego representaba el ala independentista, crítica de las ambivalencias de Muñoz Rivera. La amistad entre De Diego y Martínez terninó tras la presunta escritura por Martínez de unas coplillas libelosas que, por poco, le cuestan el desaforo de los tribunales. En el poema hay una referencia al Partido Federal que, inicialmente, tuvo en su programa la incorporación a los EE.UU. (la estadidad) y a cómo los EE.UU., desde antes de la presidencia de William McKinley, asesinado por un anarquista, le obsedía la idea de comprar a Cuba y Puerto Rico como si fueran fincas cañeras.


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Asesinaron a Carmelo

a Carmelo Cruz, trovador revolucionario, antiespañol, anarco-campesino,
quien historió con sus décimas la irrupción del
descontento de las Partidas de Comevacas y Tiznaos
durante la Guerra Hispanoamericana del 1898

Ayer me cortaron la voz.
Cada vez que muere un campesino
de esa talla, te oigo en llanto, Pepino.
Te vas quedando sin pájaros arpados.
Golondrinas se nos mudan de tus nidos.

Lo mataron a tiros, pobre Carmelo,
y yo que nunca lo supe silenciado.
Su guitarra fue una espada
y su canto un disparo.

... pero él disparaba canciones.
El detonaba la épica y el llanto,
el desespero de la gente muerta de hambre,
el regaño para el ladrón y sus guaridas
en la historia municipal de tu pasado.

Ayer me cortaron la voz
porque supe que murió de esa manera,
aún con damas bonitas, soñando,
aún con la justicia por cobija
y el dolor del campesino por amparo.

Desde entonces, el muñoriverismo colonial
es el marasmo, los caciques subsisten.
El mismo liberalismo pendenciero
está jugando a la menor cuantía
con los americanos.

NOTA: Carmelo Cruz fue asesinado por su actividad de trovador político por un policía de apellido Graulau, en 1902, a quien llenaron de celos y encono por devaneos del señor Cruz con una señorita de la familia del policía. La etapa de pugnas entre unionistas del muñoriverismo y los republicanos es conocida en la historia puertorriqueña como las «Turbas» y se extendió de 1899 al 1906.


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Se acabó el velorio

Perdono, pero no olvido.
Odio al chota y compadezco al infeliz:
Fele Pérez, alias Jevi el Mentao (pepiniano)
Se avecindó en el Callejón de Braulio Vélez.
Sería aldeano ya, lo conocería el casco urbano.

En la extensión de la Calle El Bacalao.
aprendería las cuitas del posmodernismo,
la pose coqueta del enamorado, el prejuidicio
de los conservadores o de los que impugnan
la memoria del pasado y niegan su valor,
no se contactan con modelos arquetípicos.

Con razón Jevi mienta que el tiempo se evapora.
No lo comprenden. Eres un energúmeno.
Te comportas como el hombre primitivo.
Con licor en su garganta, se le pierden
los ojos y ejecuta los rituales
de su ancestralía, mierda ‘e puerco, Eneas,
que fue su barrio, mienta para el Mentao
la tierra idílica, donde el tiempo es puro,
no como el posmodernismo del presente.

Una diosa del pueblo él vio. Linda es
Belmontí, o monte bello para el rito regenerador
de primavera; en vano creyó ser moderno
con sus ojos del machetero primitivo,
con ese olor a cerdo que tenía en el alma.

En fin, de la hembra apetecible,
se enamoró el jibarito. Decía: «yo vi la diosa
y te juro que ellas existen todavía».
Y sin preceptos ni cautelas, gritó:
«Voy adorarla, lucharé sus amores
y mi machete llevo en el cinto».

Entró a la casa que anticipó el altar
del hombre logificante, moderno, tecnológico
capaz de rechazarlo por causa de sus mitos
de lo eterno, lo retornante y lo cíclico,
Estaba enamorado «a lo divino»
y no pudo escapar de su pasado.
Otra vez ebrio, intensamente sensitivo.

En una víspera de Reyes, entendió la gran crisis
del sujeto, no quisieron respetar sus arquetipos.
La diosa lo reprobó, los modelos metaterrenales
se derrumbaron, por fin, y él rompió los altares
a machetazo limpio. Acabó la fiesta y el milagro.

En la cárcel está Fele Pérez, Jebi el Mentao,
rompió el pesebre, el nacimiento, descabezó
los santos en la casa Belmontí. Lo aleccionaron
y en pluralidad de relatos, no totalizadores,
se entretiene contando sus anécdotas:
ya nunca más voy a enamorarme a lo divino.

22-3-2006



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Pepino en faldetas


a María Luisa Rodríguez Rabell, alias Doña Bisa, recordándola con cariño

¿Será verdad lo que Doña Bisa me dijera
aquella tarde tertuliar de la nostalgia
y el cansancio por leer, allí en su biblioteca,
su hogar, ¡ay! mi adolescencia seducida,
embelesada por sus cuentos,
¡ay, Pepino nutricio!
será cierto que el Simplicio, orador
al que se mofara grandemente en Pepino
lo autentica la persona de Juanito?

Sí, él, Cabán Rosa, voz de barricada,
voz de galope sedicioso de caballos
y casas incendiadas por inquina,
voz de rojos amaneceres libertarios...

¿Será verdad que en la revista
que imprime travesuras de aquellos dos
Rodríguez de su sangre,
epigramistas, irónicos y acerbos,
Luis Rodríguez y Pablo Emilio,
se le ofrece homenaje, se le asigna
su nombre, Don Simplicio?

... porque en faldetas está, según nos cuenta
Luis Rodríguez Cabrero, ese pobre agitador
de masas, organizador de la ira,
desfacedor de entuertos...


NOTA: Doña Bisa contaba que Pablo Emilio Rodríguez publicaba una revista en San Juan, titulada Don Simplicio, en la que Luis Rodríguez Cabrero y él publicaban versos satítricos y habiendo conocido a Juan Cabán Rosa, el más importante organizador de las Partidas Sediciosas en San Sebastián, Moca, Camuy, Añasco y Lares, se burlaban de la larga trayectoria de Juanito, como orador de barricada y portavoz de ideas de violencia social y acratismo. En una ocasión, a Pablo Emilio le fue demandado por orden de La Fortaleza que se retractara de unos versos que le fueron censurados y éste, en su lugar, delante de sus censuradores y el Gobernador, rompió la orden, por lo que huyó a Saint Thomas antes de que se dictara una orden ejecutiva de aprehensión.


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Aquel brazo sangrante



a don Andrés, hijo de Pedro J. Jaunarena y Azcue
(1859-1940), quien me expusiera el ataque sufrido
por su padre durante el
Sangriento Verano de 1898,
para mis monografías historiográficas sobre las
partidas sediciosas y campesinas en el Pueblo...


Aquel brazo, tu sangrante brazo,
Don Pedro, me sigue a todas partes.
¡Me escudriña!
¡Que brazo mensajero, ése que sangra!
Se mete en los billares de Gayá.
Se va al bembé encendido de las Juarbe.
A Lorenzo hace preguntas con señas
de los dedos, mudos gestos
de la profunda herida, mudras
de su dolor impenetrable.

Abraza, como puede, la silueta esbelta
y sensualona de María. La detiene
con la interrogante del tumbao.
Ella muele la caña con sólo el movimiento,
pero él sangra a Pueblo Nuevo con sus pasos.

¿Qué te dijo esa mano, María Sungo,
que te dijo con señas ese vasco?
le preguntan los socios de la fiesta
en desparpajo, pues dijo don Lorenzo...
¿qué donde está su cuerpo
y aquella santa hostia de los pactos?

Tu brazo, Jaunarena, en cada batey
como mogote erguido, totémico, sagrado
se levanta, pero a veces escapa
y entra a las chozas de los viejos alzados
y desperdiga el chorrillo de su sangre
(¿todavía les falta qué comer, amigos míos?)
y se va, que sea señal de mi cuerpo y los suyos,
¡ay, su mano! que aparece y desde el rabo
de una mula que te jala, compadece
el desespero de tu arrastre, maestro Lino,
pero, ¿qué hicíste tú, Guzmán,
si eres tan bueno, estudioso, caballero
como nadie? ... sabed que yo no quemaría
tus manos, como habéis hecho, Capitán Arocena,
mira mi brazo, se duele, estoy herido...

¡Ay, pobre Pueblo,
han quemado con tizones encendidos
y piedras rojas de venganza las manos a Don Lino!
tu brazo, don Pedro, está diciendo con muñones
¡basta, basta! y se va, a prisa y llorando.
Fue el brazo a despedirse, fue del codo
al bícep en su viaje, explorando.

El campanario de su Iglesia
ha repicado y el Padre Aponte espera
y se enfrenta con un rostro de antebrazo:
¿qué está pasando aquí, pregunta Aponte?
¿quién eres tú que estás sin armas?

A brazo partido vienes
por el agua de Culebrinas, separado,
¿quién eres tú que con aguas
del sereno Guajataca
como brazo del río
(del Imperio español)
vienes llorando? ... separado del flujo,
grande, inmenso, metropolíticamente renunciado.

Yo soy Pedro José, tú viejo asqueroso
y río de podredumbre,
río bastardo, apontificado;
yo soy la sangre que te quiere renovado.
¡No me toques las niñas de Maceo,
no vayas a sentar en tus rodillas
a las Cabrero, a las Sifre o las Franco.

Yo estoy dispuesto a todo
(y aún a matarte),
como brazo de mar para el destierro
te sumiría en lo profundo del abismo.
Yo me visto de lujo y alarde temerario,
hecho un brazo de mar,
brazo derecho,
con gran sostén y amor,
brazos abiertos,
y a deciros me atrevo:
¡Basta, basta!

Te he mirado cuando repica el campanario.

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Anotaciones después de la Misa

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Criollos en Mirabales

a mi bisabuela, Doña Dolores Prat Vda. de Alicea
(1869-1976), fallecida en Mirabales; a mi abuela,
Laura Alicea Prat, quien murió al verla despedirse...


Un día su boca quedó huérfana
de alimento, privada ya de voces.
También murió cegata y sorda
cada oreja, cada pupila
con que escuchar y ver quiso el mundo;
un día comenzó a percibir apenas
lo que quiso y se exilió en el campo.
De allí no salió nunca.

Así murió Lalita, la famosa rabiza
de una finca añeja que llamaron Los Velez.
Fue día de pocos rezos, pero con muchos perdones.
Fue un año con un cero, 1890,
delante de Don Blanco Ortiz, el viejo.
Entregó el alma y con ella, suspiros.

... pero Doña Lola tenía recuerdos a mares;
dijo que lloró en abundancia que ya a llorar
no ha vuelto, dijo que rezó tanto
que ya no cree en nada, se gastaron
sus dioses y sus rezos.

Con Lalita aprendió muchas cosas.
Se sabía, por ejemplo, el nombre
de todos los vapores,
la Transatlántica de Soler y Jaureaguizar,
se aprendió de memoria lo que había
de secreto, importante, imprescindible
en cartas, revistas y libros impresos en España.
Se acordaría de turrones, jabones perfumados,
textiles, cosas de niñas ricas para dos viejas
flacas, jíbaras, criollas, perdidas en el monte.

Un día murió Eulalia, la maestrita
que en Cidral hizo prodigios
con aquellos niños que, por miedo
a su padre, temblaban en su abrazo cariñoso;
la maestra, sin título, que Orfila
indispuso con las instituciones
por leer a los eslavos y franceses
y la Revista Blanca de gente de La M.
Lala comentaba a Salmerón y Pi Mergall,
tuvo noches de discursos y bohemia,
navidades con liberales presuntuosos.

Un día, antes de encerrarse
para no ver el mundo, se despidió
de los barrancos y los pozos,
buscó las tumbas de hermanos
ya perdidos, llevó flores, cantó
aleques de marineros de Vinarós.

Besó almanaques con ángeles y vírgenes,
se acordó del mulato con que gozó
sus mancebías; ella fue bien amada
y muy apetecida... pero también de Betances
se acordaba y de la noche de Lares
y de su ultraje; con amor
habló de sus vecinos fieles, gente de campo,
(Pedro Arocena, Pablo Luiggi, qué ironía...
un poco más de vida y tal vez los odiaría);
pero Rodrigo Font Medina la distinguía
al invocarla: ¡De una sola pieza eres, Lalita!

A Doña Lola, que fue su única cría, dijo:
Lo mejor que yo hice fue quererte,
hija mía,
yo te enseñé
sé fuerte sin esclavos, sé fuerte sin peones,
ama este campo oscuro, pero no olvides
a Cantalunya nunca, no olvides
a Nicasia, fiel a Manuel ni la barga que tenía.

No olvides a Dominga ni a Cielo
(porque sus huesitos aún lloran en el patio
su caída), reza por Edelmiro,
el suicidio no es bueno, acuérdate
de Fermín, él es valiente y estudioso,
no dejes que te golpéen los hombres
no te cases con ebrios ni ladrones.
¡No sufras en vano, hijita mía!

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Doña Dolores pateaba el atáud

a Doña Laura Alicea-Prat


¡Suerte que tienes, muchacho!
Conocí a doña Laura y ella descansa.
Tuve que cambiarla de tumba,
enterrarla sola, aunque la puse en una tumba
sin nombre... Conozco, por igual, quien se revuelca
en la fosa y quiere volver y, no es posible...
ya son puros huesos y gusanos;
pero ella, tu abuelita, descansa y se fue ya
a otro mundo. Está en el Cielo,
y la última Prat orginaria
(aún no se va); lo sé te lo aseguro...

Ambas fueron de Mirabales y estirpe catalana.
Les conozco; pero Doña Dolores
patea los huesos; habla de noche.

Hubo que enterrarla una con otra,en un principio,
porque ya el cementerio es pequeño, muchacho,
y sepulto, una osamenta sobre otra. En las cajas
pudridas, sólo hay huesos, y a doña Laura Alicea
la reclaman los Prat, a Cadafalch, los Vélez y Arvelo.
Los Hermida ligan en sepultura si junto a tus Ortices
con Latorres y Arocenas, deudos
de Guacio y Cidral...

Pero yo me equivoqué una vez y en la tumba
de Prat metí huesos de Del Río y la viejita,
madre de tu madre, no me dejó en paz por eso,
sin que antes reparara tal entuerto.

Una noche me despertó
y vine a abrir su tumba, por su ruego.
Me gritó desde la médula del calcio,
me habló en el corazón del hueso.
Quiere salir de la fosa, viajar
y ver la sílice del mar Caribe, cantar aleques,
como se hacía Cantalunya y cerciorarse si por ella
y por los suyos hay velas encendidas
y si en su estampa está La Moreneta
y Santa Eulalia, y no te asustes tú, muchacho.

Cuando doña Dolores, centenaria, patea
el ataúd, se oye clarito, se oyen sus huesos
que golpean como en tambores, se oyen
los viejos catalanes hablando sus dialectos.

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Don Narciso Rabell y los idealistas pioneros

a don Narciso Rabell Cabrero (1873-1928),
ex-Alcalde y paleontólogo del Pepino

«Esta es la historia, la que crea,
la historia de los hombres
hábiles e investigadores.
Lo demás son embelecos y pamplinas»,

dijo don Narciso.

Sus coetáneos todavía fueron rebaños,
humildes reses que vivían para el trabajo
bajo una economía de sueldos miserables;
ética del coraje, voz maldiciones
y encima, los fuegos y huracanes,
la casita de yagua, todos juntos
en dolor, con estoicos valores.

Y en las haciendas, un patrón
celoso de lo suyo, en los talleres,
la sobrevivencia, el obreraje,
hambriento y resentido,
aguantando, todos desoídos por el mundo
o, más bien, los poderosos. Cocorocos.

Pocos abuelos hubo como aquellos,
padres-colectivos del progreso:
él era uno, Rabell Cabrero,
y Aguedo Vargas Labaille,
«padre de los pobres»
y Jacinto Rodón, don Chinto,
y a ellos... había todavía
que contarlos con los dedos.

03-22-1987 / Versión

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Chilín, Getulio Echeandía y la democracia

Chilín fue juguetón, travieso,
y Cecilio, el padre, le pegó con ganas.
«Hay que ponerle vergüenza,
disciplina, infiltrarle el honor
a sus costillas»,
herirle su garganta
(aunque se ahogue y se vomite
sobre los senos oligarcas, las demandas
del nuevo siglo, el de La Muda,
la pendenga, zángana,
zopenca Democracia.

Había que ser muy duro.
«Es parte del negocio de este siglo»,
dijo Getulio, hombre exitoso,
sagaz entre su hermanerío.

Se venció el anarquismo,
sus bandoleras manos,
su lubricado fajín; está vencido.

En las guerras gana el que las puede,
con la ayuda de esa Mano Invisible,
Dios o los yankees,
dijo para que oyeran todos
y se hicieran obedientes, discretos,
mansos, pavitontos, mamacallos.

Epica

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La generación irreverente

A Marcianita Echeandía Font y Luisa Bottari Rico
Ellos no eran así.
Ni Chilín ni Marcianita
ni Luisa Bottari Rico, la jineta.

Nacieron en la generación equivocada,
víctimas de los mismos rigores.
Ninguno / ninguna heredó
el silencio, el Crátos del despojo
ni la talega pudrida que dan por karma
a mamacallos, hijos de su sangre.

Esa nostalgia de la cesta hermosa
(que las Cárites por alma te colocan)
sigue abundante, palpitada en ellos.

Ninguno / ninguna se quedó callado
/ callada / ante el hecho de que haya
que cegar a Prometeo y encadenarlo,
con cadenas que duelen todavía
llevarlas a la barca, subirlas
a las sendas de la Gloria.

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Era la mejor de todas

A Marcianita Echeandía Font (1885-1968)

Desde lo ya-sido, mi voz
se hizo rebelde, secular, protestataria,
y mi historia es la de una familia universal
(yo la llamé la Patria, el Ser-ajeno-mío).

Voy con pordioseros, perros fieles, gatos
que me velan la falda, los libros
y una fruta y un pan
y un poco de mingalo.

Los textos oficiales no dan
mi corazón descrito ni mientan
mi identidad, mis luchas, soledades.

Una razón tengo por verdad
y la arrastro por cubujones de la diáspora
y el universo ha sido, casi siempre,
indiferente; pero, no. No me lamento.

Crecí, hice cuanto me satisfizo;
me odiaron y me amaron a destiempos,
pero, ¡qué multiforme es la voluntad
y sus necesidades apremiantes,
qué misterioso el inicio de las verdades,
todas ellas, con las bellezas asociables.

¡Qué maravillosa es la paradoja
del contínuo y aún el Acaecer
sin necesidad de obrar por cuenta propia!

03-02-1987 / Versión

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Meditación de Juanito Sacramento

... Y, de hecho, la propia nada, como tal,
estaba aquí... ésa es la manera como nos acosa.
En su presencia enmudece toda pretensión
de decir que algo es: Martin Heidegger

La muerte es el bochinche más hermoso.
Casi es silencio. Juanito Sacramento
lo presiente. A La muerte propia, irreductible,
no se burla. Ninguno podrá desfigurarla
o jugar con su gozo, sujetarlo al tripeo.

Una posibilidad permanente estuvo aquí
y hoy, en el intransferible acá, dio el tumbe
y del mundo de utensilios, lo tuyo,
nada quiere. Nada le basta.

Todo es tusa, bazofia, lodo.
Vales para el suspenso,
La Nada impera.

Un ser para sí es quien invita
a la existencia auténtica al varón de Jauja,
a las hembras entre ropas tendidas, un ser les habla.
Un ser cuya presencia se da en lo desoculto.

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Homenaje a Anacleto Arvelo / 4 Esquinas

A Gustavo Arvelo, MD

Fueron muchísimos Arvelo después de aquellos iniciales
que avanzaron de Venezuela al Pepino, muchos Arvelo
que desearon navegar el siglo desde mediados del 1800
o poco más, o poco menos. Digo que ninguno en la arvelada
tan geniales han sido como aquellos nacidos
de tu cepa de Alvarez, Sebastián,
de tu cepa, Leocadia,
sí, los tuyos, Chang, Melquiades,
hasta llegar a las perfecciones de Anacleto.

Había Arvelos mezclados con Latorre, Arvelo Pérez,
Arvelos de la parentela de Quintana, Martínez,
González, Borreros, Olivos, Torres, Traversos,
Santiago, Vega y muchos otras raíces
y savias de apellidos; pero, canto a la cepa más vieja
Arvelo Alvarez, la que se pierde en los 1850
y busca a los Colones y perfecciona el especimen
que aún en mi Pueblo se evoca, en la memoria,
por su mote «Cuatro Esquinas», el genial Anacleto.
El que espanta extrayendo las voces
de bobinas que inventa cuando nadie ha visto
una radiola en el pueblo, ni sabe hacer jabones
ni potasa, ni reinventar la manteca de cerdo.

Un día se enamoró de la más bella de las hijas
de los Colón-Colones y Saturnino, su suegro.
ese viejo celoso, si bien cedió la mano,
puso reparos. Saturno es rico y peninsular,
y a España a que se casara bien
mandaba toda su prole.

Y con Tomasa, se tomó sus precauciones.
Ella a Anacleto lo ama y, si no la casa con él,
ella dice que huye. Es tan profundo este amor
y la época es triste.

2.


La Primera Guerra Mundial se ha desatado
y, desde 1914, él desde Nueva York la espera.
Que venga ella consigo, que se prospere juntos
y más amor florezca, porque ya tiene un fruto,
su primera hija; Tomasita desafía el empeño
del padre que separa. «No permitiré, hija caprichosa,
que el peligro de la guerra te devore;
él se fue porque quiso. El se fue porque soy hacendado
y trabajo le exijo para que bien te quiera
y nunca te abandone».


Pero el amor todo lo puede. Al fin, se unirán.
Viajó en el barco Zulia y como española se marca
el pasaporte en Ellis Island y Anacleto ha sufrido
con meses de una angustia intensa: los periódicos
dicen que el Vapor Zulia fue el primer barco hundido
en los mares de muerte, en el trayecto
de su ruta de Caribe. Al fin, ha superado la crisis
del malentendido. No ha muerto la amada
y en Nueva York se han unido.

3.


«Saturnino amargura es el nombre de mi suegro;
pero ausencia de amargura que se me diera
quererte, sin que nevegue a mi rostro,
el rubor de algo inmerecido, tu amor, Tomasa».

Oh, españolita de los chocolates,
sobreviviente de Zulia, tu barrio en el Pepino
agradece tus cartas, tus nostalgias y los envíos
y bendice la fábrica donde laboras
en favor de la más dulce boca
y el generoso obsequio, tu fiel amor.

«Consuelo en la guerra es tu compañía, Tomasa.
Gracias por haber venido. Ya son casi cuatro años
con tres inviernos, que desconozco
nuestro fruto, la niña que tuvimos;
pero esta Navidad regresaremos.
Quiero que la tengas en tus brazos
y quiero que entiendas todo lo que tengo
por nostalgia y todo lo que yo he aprendido.
Mira son $750 en ahorros
en este tiempo de penurias.
Vamos, Tomasa, prepara tus maletas.
Hagamos juntos el viaje del regreso».

4.


Nunca imaginó aquella miseria.
Estaba triste por eso.
En el cruce de la Calle Jesús T. Piñero
ha comprado cuatro ventorrillos y la gente,
su clientela, lo bendice. El quiere surtir
todo y generosamente cuando la Depresión
gesticula en tantas quejas.

¿Cómo entiende el francés este ingenioso jibarito?
A partir de libros galos, como alquimista improvisado,
ha inventado el jabón, con colorante y aroma,
y a todo el pueblo tiene sorprendido.
Con cenizas de árboles, ya prepera potasa
y manteca de cerdo. Desde el 1920, saluda
el sufragio masculino obligatorio; pero, derogado
el derecho, se entristece y ha comenzado
a aborrecer a Montgomery Reilly
al que motejan Moncho Reyes; del mismo modo,
aborrece la Unión, que esconde la independencia
y no es lo mismo; en una de las tiendas,
lo discute: «Saludo a Albizu, que mi primer voto
sea por el nacionalismo».


Ahora ya tiene a su hijita Isabel, enamorada.
Vende al por mayor a las haciendas,
compadece a desvalidos, quiere que todo pepiniano
tenga un radio y se informe y se ha comprado
para darse el gustaso un automóvil.
Es uno de los primeros en el Pueblo en tenerlo.

Los políticos de la Alianza se disputan
su discurso: el sí sabe ilusionar con el progreso.
El fabricó los radios de bobina sin baterias
seis meses antes que saliera al aire la primera estacion
de radio en Puerto Rico. Por eso viene a verlo
García Méndez y los anexionistas le dan
sus pleitesías. «Sé nuestro Alcalde», le piden.

Es Arvelo Alvarez, envidia de los Latorre,
orgullo de los Colones, González y Traversos.
Las cuatro esquinas son de él.
El les da el nombre: «Anacleto Arvelo,
servidor de usted, de todo el Pueblo».

A él, a quien Saturnino no dio otra cosa
que la niña que él amaba, a él que por PRERA
no ha vendido lealtades, lo festejo.

La bandera negra que flota, agigantándose,
como en protesta por la Matanza de Ponce
y el encarcelamiento de Albizu, no lo niega
a Getulio ni a Oronoz ni a nadie, «yo la puse,
yo la izo»; en inglés se lo dice a los más pitiyankis,
en francés, lo comunica a los Font Echeandía...
El autor de la caja que habla,
el que saca jabones de los libros de texto
y la corteza de árboles secretos,
advertido está por los chotas de Lolo Puya,
«se arrestará a todos los Banderas Negras,
a todos menos a tí»,
le dijo,
«porque tú eres un genio, Anacleto».
Es que han tratado de matar al Presidente,
se ha echado la subversión a correr
con el pretexto del ELA vs. el nacionalismo...

Por primera vez, lo enoja un desacuerdo
tan intenso. Puyi Méndez no quiere que lo arresten
y Anacleto porfía, muy ofendido: «¿Por qué no?
¿Acaso soy menos patriota?»

Triste está. Lo miran con asombro los seis hijos.
No le ha dicho patriota Lolo Puya.
No le ha dicho patriota la dirigencia de La Pava.
No le ha dicho patriota ni Oronoz
ni la plana perseguida de los Cardona y Sagardía,
pipiolos y nacionalistas de Pepino
y ninguno, más dolido, se encuentra en estos días
de mordaza y burla de la Patria.

El Estado Libre Colonial ha vencido
y él muere. Tomasita Colón Colón
recuerda esta fecha, 1952, cuando la tristeza
lo mata, con cuchillo de irreconocimiento.
«¡No hagas caso, Anacleto!»

03-09-2006 / Anacleto: CuatroEsquinas

NOTA: Anacleto Arvelo Alvarez fue un personaje pintoresco de SS del Pepino, fallecido en 1952, más conocido como «Cuatro Esquinas» por sus cuatro tiendas en la Calle Piñero. Trajo a Pepino uno de los primeros automóviles. Seis meses antes de surgir la primera radioemisora en la isla de Puerto Rico fabricaba radios, sin batería, para la venta;también fue un químico autodidacto, con la habilidad de leer los idiomas inglés y francés. Fue un nacionalista albizuísta y se enojó porque no lo arrestaron en el '50. El triunfo del ELA le produjo una depresión y la muerte. Entre sus hijos, hay 3 empresarios, una bibliotecaria y un químico.

Las Banderas Negras aluden al símbolo de simpatía por los nacionalistas. Lolo Puya (Leopoldo Hernández) fue en la década del 1950 / de represión contra el nacionalismo / un conocido chota o acusador político. La Pava, símbolo del Partido Popular, triunfante, durante la represión. Pipiolos, nombre dado a los independentistas adscritos al partido del Dr. Concepción de Gracia, de línea moderada. Victor Cardona Fuentes, miembro y líder más destacado entonces de tal partido, fue encarcelado junto a otros cientos de simpatizantes, no involucrados con el brote revolucionario de 1950. Montgomery Really (alias Moncho Reyes), impopular Gobernador norteamericano de la isla en el decenio de 1920.


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A don Mayito, el zapatero

En un zapato acosté la vida,
en un zapato que se fue hasta el lodo;
no siempre se vive agradecido, valeroso.
Estar de pie es un poco morir
y desgastar los pasos.

Tú me ayudaste, Mayito, con tu alegría
y tu humor, tú zapatero, renovaste mis suelas,
me rezurcíste el cuero y a veces, mi alma,
sucedía al verte con la guitarra en las manos.

El zapato se desgasta y el aguante.
Te lo dije, don Lano; se lo había dicho
a Don Geño y Otilio, recordamos
a Cheo el Oso; ebrio en sueños
ya de gigantes estaturas, futurísticos,
en zapato con ruedas, él pensaba,
en patines para todos los niños.

En verse en la carreta de su viaje a la tumba,
sí cuando estaba triste. Eso sí,
como recordaba don Mayito
y Don Lano, delantal, zapatos que remendar
y cuchillas a la mano. Nuevamente,
cuando vuelva a la vida, querrá ser zapatero.

06-07-1980 / Versión

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Házme fiesta hoy, Cosabella

a Benito Nieves, uno de los Cosabella

Sólo la Tierra, mi jardín materno
entre los hombres, no las masas dionisíacas
con la distrofia genital de los abusadores,
examina el dulce encanto del carbono,
mi sólida mirada de diamante;
sólo los que regresan con humildad
tienen jardines, cuidan las cosas bellas
de la Tierra mía, mi corazón materno.

Benito, házme fiesta hoy.
Bendeciré a Los Nieves, va a morir
al fin la madre, tu más querido
y ponderado centro, el punto luminoso
de tus propios jardines,
quien mejor que nadie a tí
sabría llorarte, bendecirte, quererte.

Yo la ví calamitosa, paradiabética,
sensitiva, triste, melindrosa.
Examinó los rosales de Esteves,
el licenciado, y se detuvo en Rabo ‘el Buey,
me piropeó los ojos, vio diamantes
y susurró mi nombre, me dijo «Cosa Bella»
como profirió ante los hijos
que de su vientre nacieron,
como dice al jardín de tus cultivos.

Obedece, Benito el Culón,
prepárame almojábanas de olor
gustoso, házme pasteles de yuca
o calabazas, si es posible,
traéme dulces, atole, abundante café,
jugo de tamarindo. Haré un banquete.
En tu casa, un velorio.

Quiero una cosa bella de tu tierra.
A tu viejita madre, que estuvo sola
enseñadote nostalgia cuando te fuíste
a Brooklyn; hoy seré yo quien te recuerde
que de la casa a la factoría,
no todo se aprende, no todo
se factura en Brooklyn, Benito.
Ni de la soga a la casa
ni de la casa a la soga
se amarran los amores.

A ella tengo que llevármela ya.
Que no se llene de achaques.
Que no se amargue su sangre.
Voy a enseñarle las cosas bellas
de mi mundo. Te lo prometo, Cosabella.

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El Romance de Herminio Méndez Pérez

A Herminio Méndez Pérez (1876-1964)

¡Sé que todo se acaba!
Pasan los días y, al correr de los años,
la vida es nada; pasan con el tiempo
mis alegrías como pasa
el reflejo de una alborada.

[...]
Ya no quedan recuerdos de corazones...
se extinguieron del pecho sombras livianas.

[Añoranzas, Herminio Méndez Pérez,
en: Estampas del Pepino, ps. 48-50]

Me encuentro tus poemas dondequiera,
tu Yo añorante, con sueños perdidos,
cercenadas estrofas. Efectivos vestigios
de la angustia, tú los vacías en olvidos,
en cualquier hoja de estrasa,
y para secar el llanto de tu alma,
escribes Cielo, Derrumbe,
Soledad, miseria.
Incomprensión.
Frustraciones.

Eres la nostalgia en carne viva, el verso
como palabra flotante, maestro,
textos que vuelan por senderos de Pozas.
En bolsas de supermercado el gesto humano
a riesgo de perderse, en gavetas de roperos
la ilusión de tu Decir, la bohemia
y se escurre, residual fantasma del Pueblo.

[Ya nada es igual], don Herminio,
porque estás viejo
y contigo no se cuenta para nada,
tan sólo para el beso de la corsa
porque las memorias de los hijos que se fueron
son privadas y son tuyas
y duelen... Así de trágica es la pobreza,
la vejez, el orgullo, la conspiración
que te va sepultando,
con los días y este medio-vivir
enfermo de tristeza.

Eras el más exigente de aquellos que vieron
la pepinianidad en entredicho,
las partidas, el pobre harto y cejo a cejo
encarado, la historia patria
en el galope colonial, desfigurante,
tú, el discípulo del Cura Manuel Durán,
el más sabio para darte a Beber
del Alfabeto y la Fe de los Templos.
Y cerca estabas de Moncho la Lira
que enseñaba la memoria fracturándose
de alcoholes, el amor desdichado
prosternado donde se pierde
musa y verso. Era bueno que lo consolaras
por un poquito de su conocimiento.

Y dijíste: «Yo soy afortunado, regreso
desde Harvard» y, aún está el poeta-amigo,
Ramón María que te oye; a él confesarás
que la amas, tras conocerla
en el campus. «No vengo solo». ¡Qué dicha!
«Tengo un amor en Utuado».
Ambos, maestros de lujo
para el campo seremos, dijíste.
«Que estoy enamorado de la hija de un banquero
y no sé cómo le haré para que abran
la puerta de su casa.
Si el destino a mi lado la puso, siendo yo pobre,
¿cómo decir: No quiero?»

Y por la escuela rural de niños harapientos,
han trabajado y todo el campo les ama.
Herminio, con Camelia... por Utuado,
se alega que pulula su verso y lo ven sospechosamente
rumbo a campo y Pueblo. Estos Santoni-Rodríguez
hijos predilectos / con el nuevo siglo
son y serán empresarios, abogados, hoteleros,
fundadores de bancos y cinemas, playboys /
la envidia / los señores / los usted /
lo mío y lo suyo / separado.

«Usted, con Camelia no me juegue
al poker ni suba al Casino del Pepino».
Como si fuera al hijo de Mislán,
moncho el bastardo, el trato se le dieron a distancia
y se sintió un poeta flaco, saturnino,
heterodoxo, inadecuado
con el mal del siglo.

«¿Te digo, Moncho Lira?, los viejos de la Plaza
que te amaron no son como los jóvenes que veo.
No son como Andrés ni Manolo
(Méndez Liciaga} que tenían El Regional
y La Central como almas / motores
tan fraternos, en tertulia nocturna y clandestina.
¡Qué buenos aquellos tiempos de botica,
con dulce bronca, habla directa, con la mirada en alto!
Sí, aunque no había acueductos apenas
la luz te la daba Don Mingo, el farolero.

¡Qué buenas las Charcas, El Barandillo y El Peñón
de la Palabra Poesía! y la gente que escuchaba
y fue feliz y te quiso; hoy, paradójicamente,
vienen a ofrecer el voto y es
el mismo hijodeputa que te humilla, te abraza
en las Alianzas, te miente con la Ley # 74,
te legaliza el voto femenino; se esconde en Los Corrales
de Chilín el de Eneas, y te compra la consciencia
y la Alcaldía, pero, ¿sabes? Esto no es
sólo aquí, esta es la colonia, toda la patria.
(Manuel A. García Méndez, sabe que todo
da igual). El ignorante que no vote y coma menos
porque hay barreras de ley por alfabetismo y por pobre...

Ahora, tanto tiempo después, son tus hijos
quienes describen, en rigor, lo entronizado
en este Puerto Rico: la anonimia, la indiferencia,
la apatía «y yo lo entiendo porque Félix,
abogado lo dice con todo lo preciso de su ley
y presunción de clase»: Herminio, qué afortunado
has sido tú al casarte con la hija de un banquero,
qué afortunado tu hijo que pinta, sin preocuparse
del hambre de los pobres, qué afortunado
Miguel, el abogado,
Pello, todo los Santoni...
en algunos el prestigio con que la mente
se premia está en hoteles, en teatros,
en agencias de seguro y en bufetes...
y la puta vida, en su tristeza, está
en las manos de Getulio, Chilín, Oronoz,
los García Méndez; ellos te ponen ojos martirizados,
cara de zopenco, te visten de humillación
de la mañana a la tarde y solicitan en secreto:
«Cuidado que lo digas»; «De ésto no escribas
versos ni hables»...

Estás ya, con ocho hijos, temeroso de pedir
prestado al fundador del banco,
a Tati, tu cuñado, ni lo busques
porque esta gente está ocupada en otras cosas
y es como es, así, incapaz de agradecer
lo que esconde tu palabra en la cotidiana rabia
de la patria perdida y la economía privilegiada
de tú en tu lugar y yo en el mío, tu el muerto de hambre
y yo, el señor, dueño del banco y la aseguradora,
el magnate, el dólar, el prestigio ...

... porque más tarde nadie escuchará
la fervorosa palabra que tú clamas y tu hijo
lo sabe y se quiere...
volar los sesos, o pintar ese anhelo tenebroso
en las paredes del banco de su tío.

Entonces, escribes tu mensaje para nadie,
para los sepulcros,
tiras el poema en la primera quebradura,
lo dejas caer en los cruces de camino,
lo desapareces en libros que jamás
se editan, se imprimen, se comentan...
porque así se esconde en lo invisible
lo que desde tiempo acá has vivido cavilando;
te tragas los sueños perdidos
en este coloniaje de la angustia.
«Es difícil vivir así, papá».

Herminio, ya no hay cartas / ni dinero alguno/ para jugar
en el Casino ni hay un piano en tu casa
para escuchar tus dedos; la Patria se ha llenado
de mendigos, no hay riqueza ni café
en Utuado, no hay un banco con crédito a tu nombre.
Las mismas niñas hermosas de Santoni
se instruyeron para decirte: «No pidas, no te humilles»
porque éstos que llamaste mis hermanos
son dispares, son un nuevo puertorrico-vendepatria;
quieren que escribas discursos a Barbosa,
que te olvides de loar la Luna, y pienses
en el eclipse del bolsillo, porque no te casaste
con una pringajosa rabisa de la calle
o tísica jibarilla de los campos.
Te robaste a Camelia del corazón
de su padre y ni Santoni ni Rodríguez
te perdonan...

... ahora sólo hay ambición sin esfuerzo.
La perseverancia se ha suplantado
con ínfulas y frivolidades y, en vano,
añoras te pasas tiempos idos, tiempos que no tienen
la savia hispánica de tu patriotismo / ni un diploma
de Harvard, Herminio,
menos aquella alegría de vivir y ambicionar
que tenías tú, junto a Felipe Janer,
tu maestro, y es que la Invasión lo cambió
todo y, desde el 1924 y desde la Depresión
el Partido de la Unión desechó la independencia
y desde el '30, con La Mogolla,
tú, con toda esa simiente de Camelia,
eres pobre, vas abajo,
(¡así, como quien suelta su ideal al sumidero,
así como tú que engavetas poemas
como non-gratos espectros de añoranzas)
y es que muerto, don Andrés, querido confidente
de tus cuitas, todo parece dar lo mismo,
es que ser Liberal es ya ser mofa
en los predios de Poza y Echeandía...
pero, a tí, estudiante de Harvard,
hispanista de hueso colorado, te nececitan
para que hables de anexión
y amores por el amo.

Ahora a ocho hijos te dio
Camelia Santoni, la maestra, te sienten un extraño.
¿Dónde está tu alegría? ¿dónde escribes
el verso a quien vio, desde Cambridge,
tu talento, tu cómica maniobra en las veladas,
tus hábiles manos para el póker?

Nota: Herminio Méndez Pérez nació en el barrio Pozas, de San Sebastián, el 25 de abril de 1876. Estudió con un sacerdote sabio y generoso, Manuel Durán, y más tarde fue enviado a San Juan, donde estudió en la Casa de Beneficencia. Antes de mudarse a San Juan, trabó amistad con el poeta más dotado en la época, Ramón María Torres, apodado Moncho La Lira. Al ocurrir la Invasión Americana de 1898, es becado y es enviado a Harvard, donde se diploma de Español y Gramática Española. Allá, como compañera de estudio, conoce a Camelia Santoni Rodríguez, con quien terminará casándose y teniendo 8 hijos, el mayor de los cuales se suicidó, al perder a ambos padres. También fue muy amigo de los hermanos Andrés y Manuel Méndez Liciaga. Don Andrés en su Boceto histórico del Pepino lo destaca entre los intelectuales de talento y maestros del Pepino, antes de 1925.

Los Santoni-Rodríguez provenían de una cepa de inmigrantes de Córcega (Italia), establecida en el centro-oeste de la Isla, incluyendo Utuado. Establecieron una agencia de préstamos en Utuado y Arecibo. Miguel y Félix Santoni Rodriguez destacaron como abogados. El primero también operó una cadena de teatros en Arecibo y presidió la Asociacion de Hoteles en San Juan. Juan («Tati») Santoni fundó un banco y, con su hermano Arístides, fue exitoso en el ramo de los seguros de vida.

Herminio Méndez, pese a su educación en Harvard y diez años de servicio como maestro rural, tuvo una crisis existencial, en parte, debida a la transformación acelerada que observó vigente en Puerto Rico, debido al cambio de valores culturales, la extranjerización y el materialismo que avanzara con el siglo y que se intensificara con el flujo de capital tras la fundación el Partido Unión Republicana en 1932 y los proyectos de la PRERA. El PUR y la Alianza serán las organizaciones que radicalizarán la lucha política en Puerto Rico, sofocando al Partido Nacionalista y enfrentándolo a dos tendencias: el anexionismo y el autonomismo asimilista. Méndez tenía un carácter bohemio y divertido, apasionadamente patriótico, que cambiaría en la medida que la violencia política cundió (Masacre de Ponce a mediados del '30), la Revuelta Nacionalista del ' 50 y la derrama de capital estadounidense en Puerto Rico, creándose un marco de hedonismo y capitalismo financiero, el que algún modo HMP vio representado en la familia de su esposa, su primera esposa, Camelia Santoni Rodríguez. La crisis repercute en el seno de su hogar. Por necesidad económica, Méndez escribe discursos para el barbosismo anexionista, o en favor del ideal que no comparte. Desces anónimo y pragmático.

Uno de sus hijos, a la edad de 18 años, al morir ambos padres, se suicidó. Sensible, como su HMP, tenía talentos para la pintura. En el tercer intento suicida, cumplió la premonición de que tal sería su destino, dejándolo plasmado en un cuadro que se exhibía en un banco arecibeño. Otro de sus hijos, César Mendez Santoni, admirador de su padre, recitaba sus poemas de éste a sus amigos de juventud y fue un campeón nacional de tiro al blanco con rifle. «Sus puntuaciones fueron las más altas que las nacionales, pero su humildad no le permitia competir fuera de Puerto Rico».

Don Herminio murió el 24 de noviembre de 1964.uida el cultivo de una obra poética para la que tenía sobradas dotes y meritoria sensibilidad. Su periodismo político en los órganos de prensa del Partido Republicano


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Epica

Olga Clavelillo murió de amor


A una hija de Polo Clavelillo,
el quincallero, a la hemana de Gin,
el guitarrista, a la mujer
de un macharrazo, el policía,
se le recibirá en tierra y camposanto.

«A ella me la trajeron:
yo le entierro sus huesos».
Su historia supimos en el Pueblo,
pero su cuerpo, que era osamenta,
puro hueso, flacas carnes,
del Bronx provino.

¡Pobre mujer! con una tijera se armó,
corrió al marido y le dijo, en su histeria,
«Tú no mereces la felicidad.
Con engaño me manchaste la cama,
con sudor de otra mujer,
te subíste a mi cuerpo».

Se llamaba Olga Clavelillo
y, mujer de un abandono ocasionado
sufrió la burla a sus treinta años de amor,
fielmente compartidos.
Se llamaba Olga Clavelillo,
hija de Polo, el quincallero.

Ella, linda y dominante,
potoquita, con piernas bien formadas,
antojable culito, murió, señal amarga,
murió de amor, vieja, con el útero yermo,
loca y malquerida, añadió el sepulturero.

Y le comenzaron ataques de locura
y ascos por no comer y hallarse
con la ropa que olía a marido
por 30 años en su cama
y, al rato, advino su amargura
y se armó de una tijera. Quería matarlo,
junto a su chilla: éste
su solo pensamiento.

Un negro de 6.’4’’,
un negro macetongo de New York,
también puertorriqueño, su marido
y la mató de un golpe sin macana
y de un tiro sin pistola.
Dio en su alma garrotazos
de resentimiento, ella en despecho,
soportándolo todo, callando.

Enloqueció de amor, de pronto,
porque el amor es un puñal filoso,
un mal pretexto en palos
y también mata si aprende cuchilladas
en el trapo de la espalda traicionera,
en la mortaja de los días de llanto.

El le estrujó en sus narices
otra mujer adquirida. La embarazó
a sus espaldas y le dijo:

«Olga, tendré un hijo,
el que tú no me díste, ya no bajaré
al Joyo de Millán a darme tragos.
Hallé mi dicha. Díme adiós, hoy es
que de veras me jubilo y descanso…

Tengo una mujer salvadoreña
y más joven que tú y más ardiente;
ven y mírala, está en el carro,
convéncete, ¿o le digo que baje,
y te muestre a mi hijo?…»

Y, por machorra y burlada,
murió Olga Clavelillo.

06-07-2006

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El negro Atán

A Luis Cantántara (el negro Atán),
el velador de cementerio

Como ese día no hay otro que se valga.
Lamí el alimento emocionado, conoceré de Moncho Lira
su última morada, entraré al Viejo Cementerio,
al templo blanco de los idos, y preguntaré
al negro, más negro de los negros,
«¿Don Luis, cuál es la tumba? ¡Quiero verla!
porque dicen que su voz se oye por las noches
y que recita, entre tumbas, versos a la Scharrón,
ayes suyos por su enamorada».

No llevé flores, pero sí las Estampas
de Jerónimo Ramírez de Arellano
(lo escondí en un bulto de escuela).
Sólo, por si me oyera, ensayé lo que dije:
¡No te olvidaron todos; te leemos gracias
a don Jerónimo, el maestro, gracias
a un Boceto de Andrés Méndez Liciaga.

11-4-1989

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María Peregrina

a María Peregrina Font-Thompson


Te voy a documentar la sepultura.
La inteligencia, el prestigio tardío.
Te buscaré una lápida, aunque acá
no quieras tus huesos ni velicar tu aroma.

Escribiré en corazones que te amen
como cuando fuíste la hermosa Font,
eso sí, la bastarda, señalada, murmurada,
a escondidas descrita como estigma.

… porque la Muerte, cuando llega, ventila
muchas cosas; te pide el apellido y los osarios
y que vengan a quererte los que amas
y odiarte, sin perdón, los envidiosos de siempre.

A tí señuda, desde siempre, por tus buenos riñones,
te recordé colegiala, esforzada y con todo derecho
a la arrogancia, te miré de reojo las piernas exquisitas
y ese busto y la silueta y la elegancia de tu estirpe.

Después de irte, adolescente, te supe en Nueva York,
siempre triunfando. Eras, para mí, la más linda pepiniana.
Acá, sin embargo, la bastarda... el susurro
de una clase excluyente, envidiosa, victoriana,
que vio finalmente tu poder en el mundo
de la moda y la elegancia, en el trato del jet-set
de América Latina, en el respeto de Doña Inés
en Fortaleza, en el mundo del arte y las finanzas...

13-09-1990 / Epica

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